A José Francisco Pueyo le brillan los ojos cuando habla del dance de su pueblo, Pallaruelo de Monegros. En su opinión, se trata de un rito ligado a la tradición y repleto de elementos propios, que además cumple con una importante labor social, especialmente en las pequeñas poblaciones, donde son muchos los hijos e hijas del pueblo que regresan cada año para formar parte de la representación o simplemente, para verla y apoyarla con su presencia.
¿Cómo le explicaría a alguien de fuera lo que es el dance?
El dance despierta un sentimiento muy particular en cada uno. Se trata de un rito dedicado a un patrón o a varios, ligado a la tradición y repleto de elementos propios como el ángel y el diablo, los danzantes, el rebadán, el general turco, el general cristiano y el mayoral. En Pallaruelo de Monegros, está dedicado a dos, El Salvador y San Roque.
El mayoral es una pieza fundamental del grupo, ¿cuál es su labor?
El mayoral dirige el dance, tanto la representación como los bailes de las mudanzas. Antiguamente era un jefe de pastores, por eso en la mayoría de dances existe la figura de mayoral y rebadán. El rebadán era el último pastor que entraba, normalmente una persona joven, que en los dances actúa como ayudante del mayoral.
¿Este cargo se hereda o se elige entre los miembros del grupo?
Antiguamente, e incluso hoy en día en algún pueblo, aún queda la tradición de heredarlo entre miembros de una familia o dos familias, que se iban turnando, pero en el caso de Pallaruelo nadie se acuerda que fuese algo familiar. Aquí estuvimos desde el año 1981 hasta el año 1997 sin danzar y, cuando decidimos retomarlo, necesitábamos esta figura. Yo fui mayoral y danzante y, al final, dejé de ser danzante y me dedico solo a ser mayoral.
Hay mucha gente joven en el dance de Pallaruelo de Monegros, ¿tienen garantizado su futuro?
Pallaruelo es un pueblo muy pequeño, vivimos cien personas escasas, pero este año estaremos siete cuadros, lo que se traduce en unos 28 danzantes, a los que hay que sumar los personajes, llegando a más de 30 personas. Aquí todavía tenemos las escuelas abiertas, aunque con muy pocos niños, pero el dance hace que la gente que vive fuera y es de aquí acuda para las fiestas, siendo muchos de ellos danzantes. Tenemos mucha tradición, incluso estando muchos años sin danzar, cuando lo retomamos lo hicimos con la misma ilusión que teníamos al principio. Aquí en Pallaruelo siempre ha danzado la gente mayor, tenemos fotografías antiguas del dance y se ve que la media de edad es alta, pero hoy en día el danzante más mayor ronda los 60 años. De ahí para abajo tenemos hombres, mujeres y niños de todas las edades.
Hubo un tiempo en el que no había mujeres danzantes ni gaiteras. ¿Qué supuso su incorporación?
Antiguamente solo danzaban los hombres, es cierto. En el caso de muchos pueblos y desde hace ya muchos años, empezaron a danzar las mujeres porque en los pueblos iba quedando poca gente y también porque ellas querían danzar, así que supuso un gran impulso para el dance. Siempre digo que estamos abiertos a todo el mundo que quiera participar y danzar, hombres, mujeres y niños, todo el mundo es bienvenido.
En cuanto a la vestimenta, ¿es para todos igual?
En Pallaruelo danzamos con pantalón negro, camisa blanca, una faja negra o morada, un pañuelo negro y una banda con los nombres de los santos patronos. En otros pueblos danzan con calzón y medias, pero en Pallaruelo decidimos danzar todos con pantalón negro, ya que el calzón se asocia más a los hombres y, en nuestro caso, es una forma de ir todos iguales.
Antiguamente la gente danzaba con la ropa que llevaba para mudar. Aquí, en los años 50, hubo unos concursos en Zaragoza e hicieron unos trajes para ir más o menos como vestían los danzantes en otros pueblos.
¿Qué supone el dance para el desarrollo rural?
No creo que el principal papel del dance sea atraer a turistas de otros lugares, que también, pero el dance contribuye a mantener viva una tradición que hace que la gente venga y esté en el pueblo, aunque la mayoría no vivan aquí. Son vecinos que vienen en épocas concretas del año y el dance hace que no pierdan esa raíz que les une con el pueblo.
Hace unos años se le hizo un homenaje a Martín Blecua, el gaitero de Sariñena, y acudió mucha gente ligada al dance. Fue como una jornada de convivencia. A partir de allí se decidió hacer un grupo de trabajo para impulsar los dances de Los Monegros, con los once grupos que hay en la comarca y, desde entonces, nos reunimos asiduamente y vamos organizando cosas. Hemos hecho dos encuentros, uno en Sariñena y otro en Sena y, en este último, de los once pueblos acudimos diez, fue todo un éxito. Nos llevamos muy bien entre todos. Los dances tienen cosas en común pero cada pueblo tiene sus peculiaridades.
Para finalizar, algo que nos parece realmente curioso: ¿cómo surgen las motadas año tras año? ¿Quién aporta el necesario ingenio?
En Pallaruelo tenemos la suerte de contar con Paco Lasierra, El Chato, conocido jotero rondador, que nos hace las motadas todos los daños. Una vez que se recitan las loas al santo, que aquí lo llamamos «dichos”, empiezan las motadas, contadas en todo jocoso y burlesco, siempre sin faltar al respeto a nadie. Son cosas graciosas que le ha pasado a la gente a lo largo del año. Antiguamente, cuando cada danzante recitaba el dicho, el mayoral le contestaba con una motada al propio danzante. Alguna vez lo hicimos así, pero decidimos hacer las motadas al final y para todo el pueblo, sean danzantes o no, ya que es una manera de integrar a todo el mundo.