La jotera Elena Casaña, la más laureada del Alto Aragón, vivió este pasado viernes uno de sus días más hermosos y emotivos. La localidad de Albalatillo, donde nació y además, ha elegido vivir, le rindió un sentido homenaje, después de haberse convertido en la única oscense en conseguir tres veces el Premio Extraordinario de Canto en el Certamen Oficial de Jota Aragonesa de Zaragoza.
Antes de comenzar, y aún sin saber todo lo que se le venía encima, al haberse guardado en secreto el nombre de los invitados, la monegrina tuvo ya que secarse las lágrimas. Y es que fue necesario abrir de par en par las puertas del salón social para que nadie se quedara sin disfrutar de «un acto sencillo, pero hecho desde el corazón», tal y como señaló el alcalde del municipio, Jesús Lasierra. A través del mismo, Albalatillo la nombró oficialmente embajadora de la localidad, reconociendo su promoción y difusión de su población natal. Y ella respondió. De hecho, la jotera se mostró «orgullosa y emocionada» al sentirse «tan querida» en la localidad que «siempre llevo por bandera en mis actuaciones y en mis jotas». «No puedo estar más feliz», subrayó.
Su familia de apellido ocupó las primeras filas y la otra, la jotera, la que ha ido cultivando en sus 40 años de andadura, esperó su turno entre bambalinas. José Antonio Villellas, su primer maestro, fue el primero en descubrirse y salir al escenario. «Todo lo que pueda decir ya es sabido», empezó, en referencia a sus cualidades como jotera, pero también como persona. Y para describirlo de forma gráfica tomó como ejemplo la fotografía de su último gran triunfo en Zaragoza, el vivido el pasado 6 de octubre, donde optó por vestir con el traje de faena fragatino, exhibiendo su condición de mujer «humilde y sencilla, pero con fuerza y honesta». Y así cantó aquel día, con respeto y bravura, levantando al público del asiento y ganándose su tercer Premio Extraordinario. Para hacerlo posible, volvió a tener como aliada a una de las más grandes de la jota, Laura Martín, su actual profesora, que fue la segunda en pisar el escenario y fundirse en un abrazo con la monegrina.
A través de la pantalla, se mostraron varios vídeos de su infancia y de su evolución dentro de la Agrupación Folclórica Aires Monegrinos, a la que llegó con 7 años y en la que continúa, aunque limitando sus actuaciones, con el fin de dejar más espacio a otras facetas de su vida. También fue reproducida su última actuación en el Certamen de Zaragoza y, como ocurrió aquel día, la pureza y emoción con la que cantó hizo estallar en aplausos a los asistentes. «Desde dentro, estábamos seguros de que habías ganado el cuarto», señaló su compañero en Aires Monegrinos, Pablo Gracia, al salir de detrás del escenario junto a la hija de otra compañera y amiga, María Grúas. Y eso que la monegrina ya ha señalado que el tercero será el último.
En su intervención, Pablo Gracia optó por alabar lo que dijo más admira de la cantadora: «su decisión de haberse quedado a vivir en Albalatillo, formar aquí una familia, amar el medio rural y defender sus raíces». Y es que este viernes se homenajeó a la jotera, pero también a la persona. Así se lo dijo otra de las grandes voces de Los Monegros, Mercedes Budíos, al cantarle: «Un referente en Monegros/ con esa voz cristalina/ una gran jotera y madre/ pero aún es mejor amiga».
También se valieron de su mejor instrumento, es decir, de su voz los cantadores Paco Lasierra y Javier Badúles. Así, y recordando que compartieron sus dos primeros Premios Extraordinarios, los cosechados en 2017 y 2021, Badules le cantó: «Te queremos, te admiramos/ Y me hiciste muy feliz/ por esta vez te perdono/ que lo ganaras sin mí». También le dijo en forma de ronda lo que a veces se olvida por familiaridad, es decir, que la monegrina «reluce ya sin parangón en la historia de la jota como la mejor de todo el Alto Aragón».
Al escenario, salió además la familia de la jotera, entre ellos, su marido, Javier Zorrilla, y sus dos hijos, Álex y Lucas. Para elevar todavía más la emoción, hubo mensajes grabados de su compañera y amiga, María Grúas, y de su alumna más destacada, Elisa Huerva. Y, como colofón, Elena Casaña dedicó su propia jota a Albalatillo, su madre y sus hijos.
Antes de comenzar el acto, al que se le dio carácter oficial, hubo un minuto de silencio por las víctimas de la DANA.