Hasta el 11 de enero, es posible visitar la exposición ‘La Universidad de Zaragoza: 550 años de historia’, en las salas Goya y Saura del edificio Paraninfo, organizada por el Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social.
La muestra está comisariada por la catedrática Concha Lomba Serrano y su discurso abarca los principales hitos de la Universidad de Zaragoza, del año 1474 hasta la actualidad, así como algunos de los personajes más relevantes relacionados con su historia. Se incluye documentación histórica y bienes histórico-artísticos de las colecciones de la Universidad, así como procedentes de instituciones, colecciones públicas y privadas.
La muestra tiene como objetivo conmemorar los 550 años de vida de la Universidad de Zaragoza, desde que en 1474 el Papa Sixto IV elevara la categoría del estudio de artes catedralicio a la de «Universitas magistrorum», a solicitud del príncipe Fernando el Católico, entonces Rey de Sicilia y siguiendo el estilo, normas y privilegios de la Universidad de París.
La estructura académica del Estudio General de Artes se organizaba en torno a cuatro maestros, cada uno especializado en una de las disciplinas o artes fundamentales: Gramática, Retórica, Lógica y Filosofía Natural. Así, estos cargos fueron ocupados en las primeras décadas por destacadas personalidades del incipiente humanismo aragonés, como el matemático sariñenense Gaspar Lax o Miguel Servet, que ocupó el puesto entre 1525 y 1527.
En 1527 y 1529 Servet se trasladará a Francia para estudiar Derecho en Toulouse, una de las universidades europeas más antiguas, donde entraría en contacto con las ideas luteranas y se vería involucrado en un proceso judicial junto con otros estudiantes. Este episodio, hasta ahora poco conocido de la vida de Servet, ha sido analizado en la reciente publicación de Sergio Baches, ‘Miguel Servet en la Universidad de Toulouse, crónica de una persecución’. Después viajará a Bolonia (Italia) para asistir a la Coronación del emperador Carlos V con otro sariñenense, Juan Quintana, consejero real y abad de Montearagón. Será el comienzo de un largo periplo por diferentes ciudades europeas, sin regresar nunca a su Aragón natal, hasta su muerte en la hoguera de Ginebra en 1553.