El 28 de febrero de 1875, la Guardia Civil acabó con la vida del bandolero aragonés más famoso, Mariano Gavín Suñén, conocido como ‘El Cucaracha’. Ocurrió en el corral de La Nica, en Lanaja, tan solo unos días después de uno de sus secuestros más sonados, el de Juan Ruata, terrateniente de Alcubierre. Un siglo y medio después, su historia sigue viva en la memoria colectiva, alimentada por la tradición oral y numerosas expresiones artísticas: libros, teatro, cine, cómics, danzas o cabezudos han mantenido su leyenda. Pero, ¿quién fue realmente el bandido Cucaracha?
Su figura genera debate. Para algunos fue un héroe popular, que robaba a los ricos y repartía entre los pobres; y para otros, un simple forajido. «No podemos juzgarlo fuera de su contexto», explica el investigador Celedonio García, coautor del libro ‘Cucaracha, el bandolero’ (Editorial Pirineos) junto a José Antonio Adell. «Hoy nos puede parecer un criminal, pero en su época muchos lo veían como un símbolo de resistencia ante una sociedad injusta y desigual. Además, sus acciones siempre estuvieron dirigidas hacia los ricos y poderosos».
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José Antonio Adell y Celedonio García, autores del libro ‘Cucaracha, el bandolero’.
De Alcubierre a la sierra: la vida de un bandolero
Nacido en Alcubierre en 1838, Mariano Gavín creció en una época de inestabilidad, marcada por las guerras carlistas, la pobreza y las desigualdades. Su apodo tiene varias versiones: algunos dicen que se debe a su pasado como carbonero, que lo hacía ir siempre tiznado; otros, a su baja estatura, piel morena y vestimenta oscura. García considera más probable que el nombre venga de una canción popular que solía entonar, que encajaría con su época y cuyo estribillo decía: “¡Ay!, que me pica, ¡ay!, que me araña, con sus patitas, La Cucaracha”.
La publicación de Celedonio García y José Antonio Adell, que puede considerarse la heredera natural de la tradición oral recogida por Rafael Andolz, es una de las más completas sobre Mariano Gavín Suñén, del que, según los escritores, poco se conoce fuera de Los Monegros, a pesar de haber sido tan famoso en su época como El Tempranillo, Pepa A Loba o Perniles.
Su decisión de echarse al monte tuvo lugar en 1864, aunque su carrera de robos y extorsión se centró en sus últimos cinco años de vida, de 1870 a 1875. El bandolero contaba con una amplia red de escondites en la sierra de Alcubierre y un radio de acción que abarcaba desde Huesca hasta Zaragoza y del Cinca al Ebro. Su último golpe, el secuestro del terrateniente Juan Ruata, natural de Alcubierre, precipitó su final. Su banda lo capturó a finales de enero de 1875 y lo liberó el 2 de febrero, tras el pago de 7.000 duros de plata como rescate (140.000 reales). A raíz de aquello, la presión sobre él se intensificó, con el envío de un mayor número de agentes de la Guardia Civil que tenían orden de capturarlo vivo o muerto, según explica el investigador de Alcubierre, Alberto Lasheras.
En su opinión, la extendida afirmación de que robaba a los ricos para dárselo a los pobres tiene algo de verdad, pero con matices. Y es que entiende que «poco le costaba dar unos reales a un amigo o un necesitado tras exigir rescates desorbitados». «También repartía cantidades a confidentes, pastores y gente de los caminos para asegurarse su complicidad y protección. Y, por lo tanto, de ahí nació la leyenda romántica sobre su ayuda a los más necesitados», señala. De hecho, ha sido muchas veces definido como el Robin Hood aragonés.
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Imagen de los restos del corral de La Nica en Lanaja.
La emboscada final
Su muerte también tiene varias versiones. La oficial habla de un enfrentamiento directo con la Guardia Civil, pero la más extendida sugiere que fue traicionado. Según Celedonio García, el vino que un joven llevaba al bandolero y su banda fue envenenado en un plan elaborado por la Guardia Civil con la complicidad del alcalde de Lanaja, Pascual Escanero, y el boticario local, Agustín García. Cuando los bandoleros estaban debilitados, la Guardia Civil los emboscó y acribilló. Los hechos ocurrieron en el corral de la Nica en Lanaja. Con ‘El Cucaracha’ cayeron otros cuatro: Antonio Sampériz ‘El Cerrudo’, José Bernad ‘El Herrero’, Melchor Colomer ‘El Molinero’ y José Solanilla de Palo. Sus cuerpos fueron exhibidos en la plaza de Lanaja.
Tras su muerte, las autoridades hallaron en las pertenencias del Cucaracha una carta dirigida al rey Alfonso XII, donde pedía clemencia y solicitaba el indulto. «Su deseo era volver junto a su esposa, Jobita Amador, de la que estaba profundamente enamorado», dice el director del Teatro de Robres, Luis Manuel Casáus, autor del guion del montaje de la compañía, ‘Cucaracha; sangre, amor y muerte en Monegros’. «Su amor estuvo a punto de salvarle la vida», sentencia. «Pero murió el hombre y nació el mito», añade Casáus, recordando que los bandoleros siempre han estado rodeados de un halo romántico y han sido ensalzados como justicieros que defendían al oprimido.
El montaje del Teatro de Robres introduce al espectador en la sociedad de la época así como en las enormes desigualdades existentes, donde los terratenientes «no solo poseían las tierras sino que eran dueños de los hombres», indica su director. Con motivo del 150 aniversario de la muerte del Cucaracha, la compañía monegrina ha programado una doble función de su espectáculo, que estrenó en 2021 y que está protagonizado por Roberto Nistal. El viernes, 28 de febrero, ofrecerá una función vespertina para escolares en el corral de comedias de Robres (11.00) y al día siguiente, 1 de marzo, repetirá montaje para el público en general (17.00). También con motivo de este aniversario hay previstas mesas redondas y charlas en Alcubirre, Lanaja y Sariñena.
Arte, memoria y turismo
Desde los títeres de Binéfar hasta la película de animación de Héctor Pisa y Juan Alonso o el cómic de Saúl M. Irigaray, la figura de ‘El Cucaracha’ ha trascendido los años en el arte y la cultura. Recientemente, el grupo Baluarte Aragonés ha llevado su historia a la danza.
Para García, el siguiente paso es aprovechar este legado como recurso turístico. «Si se ha logrado en otros lugares con personajes históricos y legendarios, ¿por qué no con el Cucaracha? Podría articularse una ruta que recorriera los escenarios clave de su historia, desde su lugar de nacimiento en Alcubierre hasta Lanaja, donde encontró la muerte, pasando por sus escondites en la sierra y los pueblos donde actuó», sugiere García, indicando que este tipo de propuestas fomentarían el turismo y además, ayudarían a divulgar la historia local y dinamizar la economía. En este sentido, señala ejemplos como La Dolores en Calatayud o las brujas del Pirineo.
A 150 años de su muerte, la historia de Mariano Gavín sigue generando fascinación. El paso del tiempo ha difuminado los límites entre el hombre y el mito, pero su figura sigue viva en la memoria popular, recordada a través del arte, la historia y la leyenda.