
Santiago Vilella y Feliciano Gascón en la sala expositiva del esparto.
Lalueza cuenta con una sala expositiva dedicada al elemento más destacado económica, social y culturalmente de su historia local: el esparto. Su inauguración se produjo en la mañana del jueves, con la compañía de decenas de vecinos que asistieron al acto y que llenaron el salón del Ayuntamiento.
El proyecto es resultado del trabajo del espartero Feliciano Gascón y del investigador Santiago Vilella. Juntos han recuperado la memoria de una labor artesana que unía a familias y generaciones en torno a su recogida, tratamiento y manufactura, en un proceso totalmente artesanal. Durante décadas, la venta de esta fibra vegetal supuso un importante complemento para las economías de las familias, evitando una masiva emigración a las ciudades, como ocurría en numerosas localidades del entorno a mediados del pasado siglo.

El salón de actos se llené con numerosos vecinos de todas las edades.
Gascón, nacido en Lalueza en 1938, vivió durante años en Capdesaso, y desde niño trabajó en el esparto. Su dedicación por la conservación de la memoria de este oficio desaparecido le llevó a comprar una finca en la que conservar el cultivo de la planta y durante el acto se mostraba feliz al ver por fin materializado su sueño. «El proyecto iba a hacerse en 2020, pero la pandemia lo frenó, y se abandonó la idea durante algún tiempo. Pero la recuperamos hace unos meses, y aquí estamos».
El espacio se ubica en una sala de la planta baja del Ayuntamiento, y la muestra expositiva se centra en el proceso de la elaboración de sogueta de engavillar, único producto que se elaboraba en Lalueza, desde el arranque de la planta hasta su venta final, pasando por todas las fases: blanqueado y secado, mallado, trenzado, cortado y anudado. Además, el visitante puede practicar sus habilidades como espartero con la maza y las gavillas. Cuenta con paneles explicativos, imágenes (muchas tomadas por Eugenio Monesma hace tres décadas) y objetos originales.
Desde 2019, la cultura del esparto está reconocida como Manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España, y en la actualidad se trabaja para su reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco, labor en la que Lalueza está implicada.
Lalueza y el esparto
La localidad trabajaba el esparto desde mediados del siglo XIX, dada su abundancia en los montes del entorno, pero fue tras la guerra civil cuando se produjo el auge de la actividad. Aunque el trenzado de esta fibra vegetal tenía múltiples usos, como hacer alpargatas, cestos o fencejos (cordelería), Lalueza se especializó en las soguetas de engavillar, abasteciendo a numerosas comarcas aragonesas, incluso hasta la ribera Navarra, aspecto en el que resultó decisiva la estación de tren de Poleñino, desde donde se podían enviar vagones enteros de mercancía.
Su cosecha se hacía durante el mes de agosto, y tras ser blanqueado al sol y mallado (golpeado con un mazo para ablandarlo), llegaba el momento del trenzado, la parte más social del proceso. Así, todas las generaciones de la familia aprovechaban las horas posteriores a la cena para trenzar las soguetas, tiempo conocido como «tardear», en el que abundaban las conversaciones con familiares y amigos.
Las visitas pueden hacerse, previa cita, reservando en el teléfono 647 445 037 y además, se ha editado una pequeña publicación, Los esparteros de Lalueza, cuyos beneficios de venta se invertirán en mejoras y nuevos elementos para la sala expositiva.

Momento de la inauguración del espacio expositivo.

Feliciano Gascón explicando a los primeros visitantes cómo se recogían las matas de esparto.