El monasterio de Sijena se quedará vacío a mediados de este mes de julio, con la marcha de las últimas hermanas de Belén, que ya anunciaron su decisión de abandonarlo a finales de 2019. La congregación llegó hace 35 años.
Algunas de ellas ya han ido saliendo de forma paulatina en las últimas semanas y el resto tienen previsto hacerlo antes del próximo 15 de julio. Las religiosas se repartirán entre los monasterios que la orden posee en Jerez, Chile y Francia. Ahora mismo, según fuentes del Obispado de Barbastro-Monzón, «no se prevé que otra congregación ocupe el monasterio de forma inmediata».
Las religiosas optaron por su salida al considerar que no se daban las condiciones adecuadas para su «vocación de silencio» y su «vida escondida», especialmente tras la llegada de las obras trasladadas desde el Museo de Lérida. A través de guías voluntarios, las religiosas regulaban las visitas al monasterio, a excepción de la sala dedicada a los bienes. La DGA asegura que ya está negociando con la propiedad -la orden de San Juan de Jerusalén- y que las visitas a estos espacios «continuarán».
Ahora mismo, la congregación sumaba una veintena de religiosas, la mayoría españolas, jóvenes y con estudios superiores. Para seguir las reglas de vida eremitas, la orden construyó una serie de celdas junto al cenobio, donde cada una de ellas pasaba largas horas dedicadas al estudio y la oración. A diario, se reunían en las celebraciones y la comida y además, desarrollaban diversas tareas como el cuidado del huerto o trabajos artesanos. De hecho, disponían de un taller de cerámica, donde pintaban a mano todo tipo de utensilios. Con su marcha, el monasterio pierde el uso original para el que fue concebido y se queda vacío.