Tere, Yolanda, Alicia, Mari Carmen… son algunos de los autónomos que este lunes han vuelto a levantar la persiana de sus negocios en Los Monegros. En general, ha sido una jornada de adaptación con un ritmo bajo de actividad.
No todos los negocios han optado por reabrir sus puertas en este primer día de la fase 1 de la desescalada. De hecho, un número importante de establecimientos hosteleros han decidido esperar frente a la reapertura generalizada del comercio. La meteorología no ha sido la más favorable.
En Grañén, como ejemplo, solo dos negocios de hostelería han abiertos sus puertas, sumándose al que ya permanecía activo (Hotel Cuatro Hermanos), el Bar Avenida y La Iguana. En el primero, han podido ampliar la zona de terraza y de este modo, conservar el número habitual de mesas, con un total de cinco. El establecimiento ha cumplido con todas las recomendaciones de higiene y seguridad, manteniendo las distancias exigidas y desinfectando mesas y sillas después de cada uso.
El Bar Avenida ha estado activo durante todo el estado de alarma, con comida a domicilio. «El parón ha sido complicado, ya que con un establecimiento de estas características vives al día y por lo tanto, es difícil mantenerse sin apenas ingresos. En nuestro caso, no nos compensaba llevar a cabo un cese de actividad», ha explicado uno de sus propietarios, David Pinós.
A unos metros de allí, también ha vuelto a abrir sus puertas el taller de costura Atelier. El establecimiento está dirigido por Alicia Preciado, vecina de Tramaced, que se ha mantenido activa durante todo el confinamiento. De hecho, puso en marcha una red solidaria de costureras que ha posibilitado la confección de miles de mascarillas y batas de protección dirigidas a centros sanitarios, residencias o personal de seguridad y emergencias.
Ante la suspensión de eventos vitales para su negocio como bodas, comuniones o bautizos, Preciado ha readaptado su negocio hacia la confección y venta de este tipo de material de protección tras dos meses trabajando de forma desinteresada.
Los comercios han cambiado la disposición interior, con el fin de facilitar que se mantengan las distancias de seguridad y evitar el contacto del cliente con los productos. Algunos también han incorporado mamparas de protección en el mostrador y por supuesto, todos se han equipado con guantes y mascarillas. Una rutina a la que ya se han adaptado las peluquerías, como la de Luis Barrau, de Grañén, que ha tenido que realizar nuevas inversiones.
En Sariñenta, el consistorio ha repartido un completo kit de protección entre comercios, empresas y establecimientos de hostelería. En sus calles, también se ha observado una mayor actividad, aunque contenida, con comercios trabajando a medio gas y solo algunos negocios de hostelería abiertos.
Así, entre ellos, ha estado el Hostal Alcanadre, que, al situarse en una zona de paso complicada, carece de posibilidad de ampliar su terraza. El establecimiento solo puede disponer de cuatro mesas. «Ha sido un día muy flojo», ha señalado su propietaria, Mari Carmen Carnicero, obligada a mantener el ERTE de sus cuatro empleados. «Son días muy difíciles», ha reconocido, compartiendo la preocupación de gran parte del sector.
A pesar de las dificultades, la mayoría también ha expresado su alegría por el reencuentro con sus clientes, que, aunque sea con pequeñas compras o consumiciones, han querido demostrar su apoyo a los establecimientos locales. «La gente ha venido y ha mostrado su solidaridad, lo que ha supuesto un importante y necesario estímulo», ha señalado Tere Castro, de Mayte”;s Moda, otro de los negocios que ha reabierto sus puertas en Sariñena.
En este caso, al tratarse de un establecimiento de moda, a las medidas habituales, hay que unir la desinfección de la ropa que se prueban sus clientes. «Sin duda, tenemos una mayor carga de trabajo, pero la gente entra con mucho respeto y colabora al máximo», ha señalado Castro.
