Judith Polgar, la mejor ajedrecista de la historia, es la invitada del XV Torneo Internacional de Ajedrez de Alcubierre, organizado por el Ayuntamiento con la colaboración de la Comarca de Los Monegros, Ibercaja y la Federación Aragonesa de Ajedrez. Allí, aficionados de diferentes edades y procedencias, comparten este fin de semana pasión y tablero con la única mujer que ha logrado situarse entre los diez mejores del mundo.
La gran mayoría del centenar de inscritos conoce la peculiar trayectoria de Judit Polgar. Su historia es igual o más cinematográfica que la narrada en la popular serie ‘Gambito de Dama’. Al contrario que su protagonista, que era huérfana, la húngara asegura que tuvo el mejor entorno para convertirse en una jugadora de éxito. Sus padres la educaron en casa, junto a sus dos hermanas, con el objetivo de demostrar que los genios no nacen sino que se hacen. Y, en su opinión, «lo consiguieron». Las tres han alcanzado grandes éxitos deportivos y a nivel personal, son personas «felices y equilibradas». También humildes y cercanas, lo que ha podido comprobarse en su visita al salón social de Alcubierre, donde ha escuchado y conversado, firmado autógrafos y posado con la mejor de sus sonrisas. Mañana, domingo, ofrecerá una exhibición de partidas simultáneas. La entrada será libre.
¿Cuál ha sido su primera impresión de Los Monegros?
Me gusta su ambiente amistoso y placentero. Había oído hablar de la pasión con la que se vive el ajedrez en Alcubierre y efectivamente, he encontrado lo que esperaba. Para mí, es muy importante que exista una tradición sólida y de nuevo, compruebo que el ajedrez se respeta y aprecia en España.
¿Qué le llevó a aceptar la invitación de los promotores del Torneo Internacional de Ajedrez de Alcubierre?
Me parece muy positivo que se cuide y valore la tradición del ajedrez más allá de las grandes ciudades. De hecho, creo que es más complicado organizar un evento pequeño que uno grande y además, considero que en los primeros cobran más relevancia los verdaderos valores del ajedrez.
¿Y cuáles son esos valores?
Hay muy pocas actividades que tengan tanto valor social con un coste tan pequeño y que puedan ser además practicadas por cualquier tipo de persona, es decir, sin importar su raza, sexo, condición social, etc. Además, hay que valorar la parte deportiva, siempre que la organización sea buena y esté cubierto por periodistas de prestigio, que provoquen pasión y generen eco social. Asimismo, el ajedrez tiene un importante valor educativo, que impregna al conjunto de la comunidad, incluidos los profesores.
¿Por qué? ¿Qué aporta a los niños y niñas?
Al ser un juego, es un tipo de lenguaje muy accesible, que transmite valores que pueden aplicar a su vida diaria como la lógica, la estrategia o la toma de decisiones. Además, cuando lo practican uno frente a otro, trabajan el respeto mutuo, el respeto por las reglas, aprenden a perder y ganar, desarrollan el espíritu combativo y aprenden a gestionar sus propias emociones. Por lo tanto, el hecho de que el ajedrez desarrolle la inteligencia emocional es trasferible al resto de la vida. También es aplicable por su configuración, es decir, por las opciones del propio tablero y el diferente valor de sus piezas.
Dicen que los ajedrecistas reflejan parte de su personalidad en su juego, ¿cómo es Judit Polgar?
Cuando yo era muy joven, todo era blanco y negro; y no solo en el tablero, también en mi vida, jugaba al ajedrez sin matices, muy directa al objetivo. Después, con el paso de los años, fui puliendo mi estilo y mi talante; me volví una persona más diplomática, lo que se tradujo en un juego más posicional y táctico. En mi caso, es cierto que mi forma de desenvolverme frente al tablero ha ido al hilo de mi personalidad. También el principio de prueba y error se puede aplicar en los dos ámbitos, es decir, en la vida tu pruebas algo y si sale mal, cambias de estrategia, y en el ajedrez, también. La autocrítica es otro valor a compartir.
Ni usted ni sus hermanas pisaron la escuela, salvo para los exámenes. A través de un método innovar, sus padres quisieron demostrar que los genios no nacen, se hacen. ¿Cree que lo consiguieron?
Sin duda alguna. Ahora bien, hay que tener en cuenta el contexto. Mi padre tuvo experiencias muy malas a nivel educativo y por ello, él tenía ese empeño en llevar a cabo este experimento pedagógico y además, tuvo la gran suerte de conocer a mi madre, que encajó con su proyecto. Ambos eran profesionales de la pedagogía. Los dos están satisfechos con el resultado. Desde un punto deportivo, las tres hermanas hemos alcanzado un importante éxito y a nivel personal, observan que somos personas felices y equilibradas, a pesar de la resistencia que encontraron en su entorno y las dificultades del camino.
Usted es la única que ha logrado situarse entre los diez mejores jugadores del mundo, ¿por qué no hay más mujeres en la élite del ajedrez?
La clave está en la educación y el modelo social. La sociedad espera cosas diferentes de un niño que de una niña. Y si la meta es diferente también lo será la educación. Además, hay países en los que tener una hija supone para la familia una desventaja financiera. El ajedrez permite hacer una metáfora. Los peones serían las chicas y la dama, el chico. Si un peón lo hace muy bien y llega a la octava fila se puede convertir en una dama, pero ha comenzado siendo un peón. Los chicos ya no necesitan recorrer ese primer tramo. Ya nacen siendo damas y por lo tanto, con una mejor situación y buenas expectativas.
Usted tiene una hija y un hijo. ¿Cómo aplica esa filosofía a su papel de madre?
Aunque ella está influida por lo que ocurre y ve en su entorno, intento trasmitirles un mismo mensaje. Al dirigirme a ella, lo guapa que está siempre va en quinto o sexto lugar. Antes, trato de poner el foco en el resto de sus valores.
¿Cómo gestiona la responsabilidad de ser un símbolo femenino del ajedrez? ¿Pesa?
Ha sido un largo camino y en la actualidad, es muy estimulante ver que he inspirado a mucha gente fuera del mundo ajedrez, ya que dentro sigo observando un excesivo conformismo entre las jugadoras. Se escudan en asegurar que Judit solo hay una y colocan bajo el listón. Intento estimular a las niñas, pero es muy raro que alguna de ellas viva en un entorno comparable al que yo tuve con mis padres.
La serie Gambito de Dama ha ayudado a promocionar el ajedrez, ¿cuál es su mayor valor? ¿Hubo alguna escena en la que se sintió reflejada?
La serie es magnífica por varias razones. Para empezar, celebro que no tenga nada que ver con la política. Además, resulta muy atractiva para el público en general, por los personajes, las tramas y el ambiente. Tuve la suerte de conocer a su protagonista, a la que transmití mi felicitación por su interpretación, ya que no es jugadora de ajedrez y sin embargo, ha conseguido hacer que creamos lo contrario. En mi opinión, la serie refleja muy bien el ambiente del ajedrez. Al igual que la protagonista, yo jugué casi siempre frente a hombres y conseguí triunfar. La gran diferencia está en la etapa inicial. Mi infancia fue la contraria, ya que tuve una familia que me apoyó y un entorno muy favorable.