«En el cielo manda Dios/ en la tierra, los gusanos/ y en el pueblo de Lanaja, Bastarás y Juan Mariano». Así, a través de la reproducción de esta coplilla popular, se entiende de forma clara el absoluto poder del que gozaba el protagonista del nuevo libro del escritor e investigador Joaquim Pisa, ‘Mariano Bastarás: el rey de Los Monegros’, que ha sido editado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca.
La publicación ha sido presentada este jueves en Huesca y después, en Lanaja. También hay un tercer acto previsto para este viernes en la Casa de Cultura de Sariñena (20.00 horas). En el primer caso, junto al autor, han estado la vicepresidenta de la DPH, Elisa Sancho, y el director del Instituto de Estudios Altoaragoneses, Alberto Sabio. Al acto de Lanaja, han acudido además el alcalde del municipio, Gerardo Castillo, y el primer edil de Sariñena, Juan Escalzo.
Mariano Bastarás (1863-1920), natural de Lanaja, fue uno de los hombres más ricos e influyentes de su época en Aragón. Todo un exponente del fenómeno del caciquismo, que ensanchó la fortuna familiar con la adquisición de grandes superficies agrícolas, entre ellas, las 1.500 hectáreas asociadas a uno de los monumentos más conocidos de Los Monegros, La Cartuja de Nuestra Señora de Las Fuentes (Sariñena), decorada con los frescos de fray Manuel Bayeu. El enclave se mantuvo en manos de sus herederos hasta 2015, año en el que fue adquirido por la Diputación de Huesca, con el objetivo de salvarlo de la ruina y convertirlo en motor de desarrollo.
Aunque forma parte de la serie Altoaragoneses, ‘Mariano Bastarás: el rey de Los Monegros’ no es una biografía al uso. El terrateniente monegrino es el arquetipo en el que se basa el autor para explicar el fenómeno del caciquismo durante el periodo de la Restauración (1875-1923). A través de las más de 200 páginas de su publicación, Pisa profundiza en el contexto político, económico y social que imperaba en Los Monegros y en general, en la provincia de Huesca, donde un puñado de latifundistas ejercía un poder «absoluto» sobre la población y las instituciones. «Hacían y deshacían a su antojo», ha señalado el escritor.
Adscritos en su mayoría al Partido Liberal, y a través de sus grandes redes de clientelismo, impulsaban o detenían proyectos tan importantes como el de Riegos del Alto Aragón. También tenían una influencia directa en la guerra entre España y Marruecos.
En su intervención, Elisa Sancho ha reconocido esta mañana que se trata de un libro «especial» para la DPH, ya que, además de narrar un episodio clave para el devenir del territorio, disecciona la historia de la Cartuja de Las Fuentes. Habla del fallido intento de convertirla en balneario, de la compra de la familia Bastarás y finalmente, de su paso a manos públicas, después de haber sido acuartelamiento de republicanos y franquistas. Aprovechando la ocasión, la vicepresidenta de la DPH ha agradecido a los herederos de Mariano Bastarás su «buena disposición» a la hora de vender el inmueble y además, ha vuelto a resaltar el papel «clave» que esta operación tuvo el anterior alcalde de Lanaja, Armando Borraz, fallecido en el año 2017.
Mariano Bastarás también fue alcalde de su localidad natal y además, diputado provincial y senador. Pero en su caso a través del poder que le daba su fortuna. Según se explica en la publicación, los caciques monegrinos eran conocidos como ‘el trust de los harineros’, al formar parte del mismo el fundador de la Harinera de Tardienta, Mariano Gavín, y ser uno de sus negocios más florecientes el monopolio de la harina que utilizaban las tropas españolas que combatían en Marruecos. De hecho, y según el escritor, a través de su hegemonía política, este grupo de caciques alargó el conflicto bélico con el único objetivo de seguir enriqueciéndose. Por encima de todos ellos, y como cabeza pensante, aunque menor en posesiones, Pisa sostiene que se encontraba Manuel Camo (1841-1911), que llegó a ser alcalde de la ciudad de Huesca, varias veces diputado a Cortes y senador vitalicio. El dirigente político fue un claro exponente del caciquismo español.
De su hegemonía, además de la coplilla popular entonada en Los Monegros, han quedado clarificadoras frases de reconocidos personajes. Así, entre ellos, el escritor y filósofo Miguel de Unamuno dijo: «Estornudaba el alcalde del último pueblo de la provincia y Camo le decía por telegrama: Jesús». También otro oscense muy crítico con el caciquismo, Joaquín Maurín, dijo: «No sale un perro a la calle en Huesca sin el permiso de Camo». Ambas frases han sido reproducidas por el director del Instituto de Estudios Altoaragoneses, Alberto Sabio, al señalar que son capaces de resumir de forma clara varios párrafos de argumentación.
Para Sabio, el libro ofrece un análisis «meditado y reflexionado» del fenómeno del caciquismo, que «se entiende mejor si se pone bajo el microscopio, es decir, si se estudia desde una serie de pueblos pequeños». En su opinión, va mucho más allá del personaje, al hablar del funcionamiento de la usura, la semilla de los sindicatos agrícolas, el nacimiento de un mercado globalizado, la falta de una reforma fiscal o las consecuencias que su influencia y poder tuvo en el estallido de la Guerra Civil española.
Además, entre otros aspectos, Sabio ha destacado que «el espíritu y pensamiento del oscense Joaquín Costa late en toda la publicación», al hablar de regadío, educación o agricultura. A lo largo de sus 200 páginas, también ha asegurado que logra mantener la tensión literaria e incluye un gran número de anécdotas.
Por su parte, el autor ha subrayado que una de las grandes satisfacciones de esta publicación ha sido dar voz a los que estaban al otro lado, es decir, a los que se opusieron a este régimen caciquil, que se detuvo con la llegada de la República y que dio sus últimos coletazos con el franquismo. Dentro de ese grupo, estuvieron las canalistas de Lanaja, promotoras de una marcha en demanda de pan hasta la ciudad de Huesca, o el maestro José Borruel, vecino de la misma localidad y exponente de la reivindicación social de los regadíos. «Hombres y mujeres –ha señalado Pisa- que lucharon lo indecible por un futuro para sus descendientes».
Así, y en relación al proyecto de Riegos del Alto Aragón, el autor explica la posición cambiante de los caciques. «Al principio, se opusieron y después, lo aceptaron y modelaron a sus intereses», ha dicho. Por las tierras de la familia Bastarás, acabó pasando el Canal de Monegros y además, sobre ellas se construyó uno de los pueblos de colonización, Cartuja de Monegros, cuya ubicación original fue modificada en su beneficio. Para Pisa, fue el «último gran pelotazo» de la familia Bastarás, que, al igual que el resto, fue perdiendo su poder entre los años 60 y 70.
«A estas alturas, los caciques ya daban sus últimos coletazos, ya que la agricultura y por lo tanto, la posesión de tierras había perdido peso, la modernización del campo daba más independencia a los pequeños propietarios y además, los descendientes de aquellos grandes terratenientes habían emigrado a la ciudad y dejado de prestar atención a sus propiedades agrícolas», indica Pisa.
Para Pisa, en determinados momentos, la familia Bastarás también «descuidó» otras de sus propiedades, entre ellas, la Cartuja de Nuestra Señora de Las Fuentes, que adquirió, junto a sus tierras, en el año 1896. Su compra elevó la riqueza y prestigio de Mariano Bastarás. Adquirió el conjunto al Banco Hipotecario, al que llegó después de que fracasara el intento de su anterior propietario, Bernabé Romeo, de convertirlo en un balneario. En concreto, pagó 170.000 de las antiguas pesetas.
En su intervención, Pisa también ha querido destacar el papel que en su paso a manos públicas jugó el entonces alcalde de Lanaja, Armando Borraz, y además, ha puesto en valor la gran labor de la DPH, que, en su opinión, está salvando de la ruina el enclave y recuperando su valor social.