Alicia Preciado es una artesana de la costura. Aunque soñó con ser actriz, enseguida supo que su lugar estaba al otro lado, diseñando y creando prendas únicas para obras teatrales, series o películas. Ha trabajado en proyectos muy conocidos como Los Borgia, Velvet, Fuerte Apache o Astérix y Obélix en los Juegos Olímpicos.
En 2013, se instaló en Los Monegros, donde ha montado su propio taller, abierto a cualquier propuesta de confección. Aquí realiza prendas a medida, pero también arreglos o transformaciones de piezas de vestir y hogar. Y todo sin renunciar a su trabajo en el sector del vestuario escénico. De hecho, acaba de volver de Canarias, donde ha estado tres meses trabajando en la creación del vestuario de la segunda temporada de la serie Foundation.
Por cuestiones de trabajo, Alicia Preciado realizaba con frecuencia el trayecto entre Barcelona y Madrid, haciendo siempre parada en la localidad de Sodeto, donde vivía una buena amiga. Allí también pasaba parte de sus días libres y de sus vacaciones. Y un buen día se quedó. «No fue exactamente un arrebato, pero casi, ya que tomé la decisión en un intento desesperado de cambiar de vida y disponer de más tiempo en familia», explica. «Mi principal objetivo era conciliar», añade. Y, aunque sigue dedicando muchas horas al trabajo, cree haberlo conseguido. «Tengo una mejor calidad de vida y acudo cada día con una sonrisa a mi puesto de trabajo», señala.
Durante un tiempo, estableció su taller en Sodeto y además, compaginó su labor con la gestión del bar-restaurante de la localidad. Ahora, su establecimiento –Monegros Atelier- está situado en la localidad de Grañén y su residencia en la cercana población de Tramaced. «Me gusta vivir aquí y mantengo mi sueño», dice. Y no es sencillo, ya que reconoce que resulta complicado empezar de cero y hacerse con una amplia clientela. «Me está costando, pero creo que en este sueño, lo veo factible y mantengo la ilusión», indica. Dentro de sus anhelos, figura la posibilidad de entrelazar su deseo de asentarse en esta tierra y su pasión por el vestuario escénico, generando nuevas oportunidades en el propio territorio.
Hija de un sastre y una modista de alta costura y peletera, Alicia Preciado creció entre hilos, telas y patrones. «Al salir de clase, pasaba muchas horas dando vuelta a cinturones, cortando hilos o doblando prendas», detalla. Aunque se formó en corte y confección, diseño y vestuario escénico, reconoce que su mejor escuela fue el negocio familiar. «Allí adquirió conocimientos y destreza; fueron muchas horas de aprendizaje», subraya. Durante varios años, su familia regentó una fábrica en Mataró (Barcelona). Ante el retroceso del sector textil, el negocio se vio reducido y finalmente, tras la muerte de su padre, se transformó en taller y tienda. El establecimiento estaba ubicado en el barrio Gótico de Barcelona y por lo tanto, su madre recibía numerosos encargos de los teatros ubicados en la zona. «Al principio, me llevaba de pinche y después, fui ganando en responsabilidad, lo que permitió hacerme un hueco en el sector del vestuario escénico», explica.
A través de su negocio, Monegros Atelier, sigue vinculada al sector audiovisual y además, confecciona todo tipo de prendas a medida. Trabaja el textil y el cuero. También realiza arreglos o directamente, recupera y restaura piezas dándoles un nuevo aire. Y no solo eso. La variedad de productos de su establecimiento es amplia: cojines, cortinas a medida, bolsos y mochilas, ponchos, capas o accesorios. A ello, se añade además una sección de mercería. «Se trata de un taller abierto a cualquier propuesta de confección, que da servicio a la localidad de Grañén así como a las poblaciones de su entorno», subraya.
Durante la pandemia, la emprendedora también mostró su cara más solidaria y, junto a un grupo de costureras de la zona, confeccionó miles de batas y mascarillas para trabajadores del sector sociosanitario.
Alicia Preciado se declara una enamorada de Los Monegros. Y no solo por sus singulares paisajes. También agradece el carácter abierto y amable de sus gentes. «Aquí he encontrado mi sitio; me encanta el contacto directo con la naturaleza y con los vecinos. El ambiente es muy familiar», señala. A la hora de emprender, anima a ser valientes, asesorarse y buscar el apoyo de las instituciones. «No es un camino sencillo, pero merece la pena intentarlo», concluye.