Blas Samper: «Me gustaría cumplir el sueño de recuperar la mudanza de ramos»

El danzante lleva doce años al frente del grupo de La Almolda.

Blas Samper, en la plaza de La Almolda, sujetando un ejemplar del libro escrito por Ezequiel Zaballos.

 

¿Qué sabemos del origen del dance de La Almolda?

No tenemos datos muy concretos, ya que el archivo municipal desapareció en el año 1936. Ahora bien, tenemos la suerte de disponer de una publicación dedicada al dance, que fue escrita por Ezequiel Zaballos y que vio la luz en 1988. Aunque se trataba de un hombre sencillo y humilde, dedicó grandes esfuerzos a recoger la historia y el presente de nuestra formación. Y, en relación a su origen, tal y como lo conocemos en la actualidad, lo vincula a la fundación de la Cofradía de Santa Quiteria en el año 1526.

 

¿Cómo se titula la publicación?

Aquí tengo un ejemplar, que tiene las hojas despegadas, por las innumerables ocasiones en las que hemos recurrido a sus páginas, donde aparece la trayectoria de la formación, las personas que tuvieron un papel destacado o, por ejemplo, la transcripción de las principales mudanzas. Al final, también incorpora algunas poesías propias. Se llama ‘Costumbres tradicionales y apuntes históricos del dance de La Almolda’ y tiene un gran valor. Ezequiel Zaballos hizo un gran trabajo y guardó una parte importante de nuestra historia para las siguientes generaciones. Se merece todo nuestro reconocimiento; hizo mucho por el dance de La Almolda.

 

¿Qué aspectos distinguen al dance de La Almolda?

El ‘paloteau’ es muy ágil y rápido en el desarrollo de las mudanzas; diferente al de otros dances de Los Monegros. Por ejemplo, se ve muy bien en la interpretación de la denominada ‘Las Glorias de Quiteria’. Se trata de una de las mudanzas más bonitas y rápidas. En los dos últimos años, hemos intentando mejorar su ejecución, lo que requiere de trabajo y coordinación con nuestros dos gaiteros, Jesús María Falceto, nieto de Cristóbal Falceto, El Brujo, y Luis Badía, que aprendió de oído.

 

También hay componentes únicos: los bailarines. ¿Cuál es su misión?

Hay dos bailarines, que se corresponden con niños de entre ocho y diez años, que se colocan uno a cada extremo del dance y que marcan la línea de formación. Ambos llevan un palo similar al del mayoral, que aquí recibe el nombre de monchón y que va adornado con flores y cintas de colores. Antes, solo había niños; y ahora, una niña y un niño.

 

¿Cuándo y por qué entraron las mujeres a formar parte del dance de La Almolda?

Antes, el dance de La Almolda estaba compuesto por cinco cuadros de chicos, cuatro de mayores y uno de volantes, y ahora, incorpora dos de mujeres, uno en cada extremo. Según el libro de Ezequiel Zaballos, la entrada de las primeras mujeres tuvo lugar en el año 1971 e, incluso, nombra a las pioneras: Ana María Samper, Josefina Salaber, Luisa Samper, Josefina Serrate, María Pilar Pueyo, Josefina Alós, Josefina Lamarca y Natividad Zaballos. Había un grupo de chicas con ganas e ilusión, así que adelante; su incorporación fue algo natural y sin oposición; la gente aceptó su incorporación. También influyó su cercanía con los entonces responsables del grupo. El mayoral era Máximo Samper y dentro de las incorporaciones, estaba su hija y su sobrina. Se acoplaron con rapidez y quedan muy bien. Y, ahora, por ejemplo, también tenemos ya dos chicas en el grupo de volantes. Para nosotros, es lo natural, hay que adaptarse a los tiempos; igual de puro puede ser un dance con hombres que con mujeres.

 

Y el cargo de mayoral, ¿se hereda?

El saliente suele designar al entrante. Máximo Samper era mi tío y después, estuvo su hermano, Luis Samper, que, una vez que empezó a tener problemas de movilidad, me ofreció el relevo. Y no pude negarme. Sus hijos no querían seguir. Pero ahora danza uno de sus nietos y por lo tanto, si se da la posibilidad, mi idea es legar mi cargo a sus descendientes. Luis Samper Boned fue una de las personas que más trabajó por el grupo. De hecho, formó a la mayoría de los actuales integrantes, revitalizando la formación y atrayendo a numerosos jóvenes.

 

¿Cómo viste el mayoral del dance de La Almolda?

Su vestimenta es diferente a la del resto de componentes. Lleva medias y cinto negro, sin camadas, y un sombrero de estilo ansotano, con una cinta de seda que le cuelga por detrás. Su función es la de mantener unido el grupo, alentarlo en su evolución y organizar los ensayos y actuaciones.

 

Y no son pocas. Las fiestas resultan muy intensas para el dance de La Almolda.

Al tener dos patrones, y un gran número de actos tradicionales, nuestra participación es muy intensa. De hecho, el mayoral y los gaiteros salen ya la víspera por la tarde y después, el grupo al completo es partícipe de los días dedicados a Santa Quiteria y San Úrbez, desde el Rosario de la Aurora al Rosario General. Además, Santa Quiteria incluye romería a la ermita y San Úrbez, procesión, a lo que hay que sumar la representación que en ambos días hacemos en la plaza. Las mudanzas van cambiando, ya que las hay dedicadas a la patrona y al patrón y después, otras que sirven para ambos como La Dama Hermosa o La Hojita del Pino. Al margen de las fiestas, también vamos haciendo alguna salida. Por ejemplo, estuvimos de forma reciente en Nocito, localidad con la que compartimos patrón, San Úrbez. Y, hace ya años, estuvimos en otros pueblos como Tauste, Pedrola o Gallur. El dance de La Almolda participó además en los certámenes organizados en Zaragoza, que tuvieron lugar en la década de los 80, según recoge en su libro Ezequiel Zaballos. Dentro del mismo, también dejó constancia de varias poesías y mudanzas que creó para el dance.

 

¿Qué otros nombres propios ha tenido el dance de La Almolda?

Además de los ya nombrados, me gustaría destacar el gran trabajo que realizó Mariano Labat Pinós, que tocaba el clarinete y que salió al paso una fiesta en la que se carecía de gaitero. A finales de los años 60, acompañó a la formación con el clarinete y en 1970, el Ayuntamiento de La Almola le compró una gaita gallega, que aprendió a tocar por sí mismo y que sirvió para la interpretación de las mudanzas. Tenía vocación y entusiasmo, y tocaba muy bien. Más tarde siguió acompañándonos ya con una gaita de boto.

 

¿Cuándo se hizo usted cargo del grupo?

Hace unos doce años. Antes, fui danzante, aunque lo dejé un tiempo, ya que estuve cuatro años como concejal y ocho, de alcalde. Aquella responsabilidad me pilló muy joven, aunque todo se hizo con buena voluntad y las cosas salieron adelante. Tras la etapa en el consistorio, volví de danzante y finalmente, recogí el testigo de mi tío Luis Samper, que se desvivía por el dance y que creó una gran cantera. Con entusiasmo y constancia, logró elevar el grupo.

 

¿Y cómo vive el dance?

Al principio, me costó un poco, pero el gusanillo se va metiendo y metiendo, y al final, engancha. Me encuentro cada día más a gusto y feliz. Ahora, tenemos un grupo muy majo, con más de una docena de chicos jóvenes, que ya van pidiendo paso. De hecho, hay danzantes que rondan los 40 y que han decidido dar un paso atrás para que los que vienen detrás tengan su oportunidad y mantengan su motivación.

 

¿Por qué es importante mantener vivo el dance?

Se trata de una manifestación cultural muy nuestra, que forma parte de nuestra historia y nuestras raíces; algo muy emocional. Una jota se puede cantar aquí o en cualquier otro lugar. No obstante, un dance es algo único de cada lugar. El dance es de su pueblo. Te puede costar sacar grupo para ir fuera, pero nunca en las fiestas; el dance es algo que la gente siente de verdad y quiere mantener vivo. El comportamiento de los componentes es excelente y eso que el compromiso es fuerte, ya que los días de fiesta hay que danzar a las 7.00, a las 10.00, a las 12.00 y de nuevo, por la noche.

 

¿Cuál es el momento que le despierta mayor emoción?

La misa de Santa Quiteria en la ermita. Durante la celebración, los danzantes forman dos filas en el pasillo central, sujetando un cirio, y guardando silencio. Los componentes miran hacia el altar y únicamente, se abren durante el ofertorio. Me parece un momento solemne y bonito, donde uno se llega a emocionar. También con las dos mudanzas que se interpretan en la puerta de la ermita.

 

¿Qué deseos o retos tiene pendientes?

Tengo varios deseos, entre ellos, un objetivo que no pudo cumplir el propio Ezequiel Zaballos, aunque lo intentó y a punto estuvo de lograrlo: recupear la mudanza de ramos, muy especial y preciosa, en la que se utilizaban arcos en lugar de palos o espadas. Antiguamente, parece ser que se confeccionaban con ramaje de chopo, pero resultaba costoso e incómodo, y por ello, se sustituyó por arcos de alambre bien forrados y vestidos de varios colores. Hay una par de pueblos aragoneses que la conservan y mi intención es acudir, con el fin de verla y observar su desarrollo. Sinceramente, sería un sueño recuperar la mudanza de ramos, y lo tenemos cerca, ya que Ezequiel nos lo dejó casi hecho. Tenemos la letra y la música, nos faltaría acabar de ver los pasos y el desarrollo. Además, aquí aún tenemos a alguna persona que recuerda haberla visto. En su día, se perdió por la vergüenza de los más mayores a bailar, una cuestión entendible en aquel momento y ahora, ya superada.

AGENDA

8 de septiembre

XIX Concentración de Motos Antiguas de Alberuela de Tubo. El recorrido ronda los 160 kilómetros y se espera la participación de más de un centenar de vehículos. Más información.

 

14 de septiembre

III Encuentro de dances de Los Monegros. Será en Castejón de Monegros. La jornada reunirá a siete grupos y cuenta con una amplia programación. Más información.

 

Del 28 de junio al 28 de septiembre

Programación del Corral de Comedias de Robres. Ver programación completa