A caballo entre Los Monegros y el Somontano, el caserío de Castelflorite se distribuye bajo el cerro del castillo al que debe su nombre. Villa señorial, como lo demuestran sus casas, con portadas monumentales y blasones, recorrer sus pocas calles se convierte en una lección de arquitectura popular aragonesa.
Pero si de algo se sienten orgullosos sus vecinos es del castillo. El impulso de la excavaciones en los últimos años, y sus descubrimientos, dieron lugar al nacimiento de ACIAM, la Asociación Cultural para la Investigación Arqueológica en Monegros, responsable de otras excavaciones posteriores en Sena o Pallaruelo de Monegros.
El entorno natural, donde el protagonista es el Saso, puede recorrerse a pie o en bicicleta, tras la señalización de algunas rutas, aunque sus vecinos han sabido sacarle otros usos al entorno natural, como la elaboración de miel; las actividades astronómicas y el vuelo paramotor. Un dinamismo que responde a las inquietudes de los más jóvenes del pueblo, pese a no llegar al centenar de habitantes, y que se visibiliza en lugares como el renovado bar social, punto de encuentro para sus vecinos.