Sena respira arte. Abundan los amantes de la música, la pintura, la artesanía, el folclore, las tradiciones… y eso se refleja en una rica actividad social y cultural. También en la conservación de su patrimonio. A la hora de mantener lo propio o crear nuevas iniciativas, nunca faltan ni manos ni ideas. Además, el pueblo entero sabe valorar el esfuerzo que conlleva sacar adelante cada actividad.
A finales de este 2022, la localidad se volcó en el merecido homenaje brindado a una de sus vecinas, Pilar Monter, a la que quisieron agradecer su trabajo e implicación en la vida cultural de la población. También su labor a favor de la conservación y difusión del patrimonio musical de Los Monegros.
El acto concentró más actuaciones que un día de fiesta mayor. Tocó la rondalla local, sonaron los tambores y las gaitas, bailaron los gigantes y los cabezudos, actuaron los componentes de los grupos de música Chundarata y La Cuquera así como otros muchos vecinos, amigos y alumnos de Pilar Monter. Muy pocos faltaron a la cita. «No es habitual que te reconozcan en vida. Me emocioné muchísimo», recuerda la monegrina, a la que el homenaje pilló por sorpresa.
El pueblo entero guardó silencio hasta que el sonido de los primeros instrumentos desveló el secreto. «Desde casa, comencé a oír la música y se lo comenté a mis hermanas, que se encogieron de hombros sin decir nada. Al bajar, y ver a la gente llegar, me fue imposible contener las lágrimas», explica.
Aquellos que hacían sonar tambores, gaitas o dulzainas eran de sobra conocidos. De hecho, eran vecinos, amigos, exalumnos, compañeros… de formaciones a las que perteneció o pertenece todavía. A sus 80 años, Pilar Monter sigue siendo lo que siempre fue, es decir, una mujer con garra, genuina, vital y comprometida. Los días de fiesta sale a tocar las coplillas y en Semana Santa, nunca falta a su cita con el tambor. También acompaña a la comparsa de gigantes y cabezudos y además, se implica en cada una de las actividades sociales y culturales de la localidad.
Pilar Monter ama la música desde muy pequeña. Al llegar las fiestas, según explica, «me sentaba a ver las orquestas con admiración. Sus integrantes me parecían auténticos semidioses». «Nada me importaba si salía o no a bailar. Mi único interés era disfrutar de la actuación», añade.
A los 9 años, comenzó a dar clases de música con el violinista José Guioni, que, según recuerda, llegaba en el coche correo a la localidad. Al año siguiente, falleció, pero continuó su aprendizaje con el armonio, el laúd y la guitarra de la mano del párroco local. A su marcha, se puso al frente de la rondalla y el coro parroquial. «Las misas eran un gran espectáculo musical», recuerda. «Éramos muchos y jóvenes, con ganas de innovar y disfrutar. El repertorio incluía piezas de los Beatles, Elvis o Jesucristo Superstar. ¡Hasta venía gente de otros pueblos!», explica.
Durante varios años, siguió al frente de ambas formaciones y de forma paralela, siguió implicándose en la vida social y cultural del pueblo. De hecho, estuvo entre las fundadoras de la Asociación Cultural Senense en el año 1973. A partir de la que en su día utilizó Vicente Capitán, conservada en Sena, también se implicó en la recuperación de la gaita de boto aragonesa y después, en la conservación por escrito de la letra y música de las 19 piezas del dance local. También contribuyó a la recuperación de los diálogos del día de la Virgen del Rosario.
A nivel profesional, Pilar Monter ha dedicado su trayectoria profesional a la fisioterapia. De Barbastro, se fue al hospital de Can Misses en Ibiza y de allí, al de Bellvitge en Barcelona. Trabajó la musicoterapia con sus pacientes y además, de una u otra manera siguió en contacto directo con los instrumentos. En Ibiza, tocó de forma libre el tambor con los hippies; y en Barcelona, se integró en el grupo Chundarata. «No entiendo la vida sin música», dice. «Si te levantas escuchando la correcta cambia tu humor y mejora tu día», añade, reconociendo que es algo que pone en práctica a diario.
De vuelta a Sena, siguió trabajando en la recuperación de antiguas melodías y piezas, a través del grupo Xixena, y además, dio continuidad a su labor de difusión, colaborando en la revista local ‘El Tarirán’ y en un programa de música tradicional con el mismo nombre emitido en la extinta Radio Monegros.
Al acto de homenaje, entre otros, acudieron músicos como Mario Gros, José Antonio Villellas o Carlos Sadness, que, además de su sobrino, es un reconocido cantante y compositor. Y no es el único artista de su familia. Su hermana, Josefina Monter, es pintora. Durante 37 años, vivió en Estados Unidos, dando clases de pintura, cumpliendo con exposiciones y encargados y además, realizando decorados. Trabajaba como profesora en el Museo de Historia Natural de Nueva York. A su vuelta a Sena, creó su propia galería de arte, que mantiene viva con diferentes exposiciones y que ocupa el antiguo taller de su padre. Para Pilar Monter, el ya fue todo un artista. De hecho, era carpintero y ebanista y a lo largo de su carrera, «realizaba sus propios diseños y nunca repitió una puerta o un pasamanos».
También de familia le viene su vitalidad. A su madre, Joaquina, le faltó un mes para cumplir los 106 y su abuela llegó a los 103. «Algo de genética debe haber», reconoce, al observar su gran vitalidad a los 80 recién cumplidos.
Ahora mismo, según reconoce, su mayor fuente de energía y motivación está en saberse con un gran relevo. Y es que Sena cuenta con consolidados músicos. Por su juventud y entrega, destaca Nuria Montull, pianista de profesión y en la actualidad, profesora de dulzaina y gaita. Al verla, dice Monter, «me reafirmo en lo que pensaba de niña: los grandes músicos son semidioses».
Arte, oficios antiguos y patrimonio
Sena guarda, sin duda, uno de los conjuntos urbanos más atractivos de Los Monegros, no sólo por edificios destacados como su ayuntamiento renacentista, sino por la variedad y cantidad de los mismos, concentrados en torno al eje formado por las calles Mayor y Benito Cavero.
Así, en el extremo de una de las calles se ubica la iglesia de la Asunción, cuya esbelta torre perfila la panorámica de la localidad. Frente a ella, el rehabilitado edificio de la Abadía, futura sede del Museo del Dance de Los Monegros. Continuando por la calle, protagonizada por varias y destacadas casas solariegas, con su colección de portadas, escudos heráldicos y fachadas solariegas, llegamos a la plaza, que se abrió en el siglo XVI para dar protagonismo a la casa consistorial.
Se trata de un bello edificio renacentista, heredero en Aragón del estilo mudéjar, que se levanta sobre una lonja que guarda un secreto: el reaprovechamiento de columnas y capiteles romanos en su construcción. Tras la planta noble, donde destacan sus balcones, el edificio está rematado por una tradicional galería de arquillos. Fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1977.
Continuando el paseo por la calle Mayor seguimos disfrutando de muestras de arquitectura popular, llegamos a otra plaza, donde se erige la casa Noguera o de las Monjas, un palacete aragonés del siglo XVII, típica casa de labradores y sede de buena parte de la intensa vida cultural de la localidad.
Pero Sena alberga otros tesoros, como el Museo de Oficios Antiguos de Monegros o la galería de arte de Josephine Monter. Y, por supuesto, a lo largo del año, ofrece la posibilidad de disfrutar de un gran número de actividades culturales y actos tradicionales, desde la actuación del dance local al belén viviente o las apariciones de su comparsa de gigantes y cabezudos.