Aunque nació y creció en la ciudad de Huesca, Elena Planas siempre sintió que su hogar estaba en Los Monegros. De hecho, vivió una etapa en la localidad de Grañén, donde residían sus padres, y después, se trasladó a Albero Bajo, donde ya lleva más de una década convencida de las ventajas de criar a sus hijos en un entorno rural.
Su vocación es ayudar a los demás, lo que se refleja en sus dos facetas laborales. Primero, estudió Trabajo Social y después, una vez finalizada su carrera, decidió formarse en peluquería y estética. Tras 26 años de experiencia como trabajadora social, comenzó un nuevo proyecto profesional relacionado con su segunda vocación: el maquillaje.
La versión de Elena Planas en el mundo del maquillaje se conoce ahora bajo el nombre de Malena Mua. Al principio, trabajaba de forma presencial, pero la pandemia le obligó a reinventarse y a trabajar desde su pueblo, Albero Bajo, realizando talleres de automaquillaje online para aquellas mujeres que querían aprender más sobre esta herramienta de autocuidado.
Actualmente compagina su trabajo en el área de Servicios Sociales de la Comarca de Los Monegros con los talleres de maquillaje, tanto para particulares como colaborando con diversas asociaciones, entre ellas, la Asociación Española contra el Cáncer.
Para Elena Planas, el pueblo es tranquilidad. «No necesitas otras cosas», dice, poniendo en valor el estar «acompañado por tus vecinos». Además, se considera una persona muy casera y que ha encontrado su lugar. La monegrina reconoce que el emprendimiento es una tarea complicada, especialmente en el medio rural. «Yo creo que es posible, pero depende mucho del tipo de negocio y de los recursos económicos disponibles», explica. En su caso, compagina el maquillaje con el trabajo social, que es su fuente de ingresos principal, aunque afirma conocer casos en los que «vivir solo de lo primero funciona».
Ese ritmo de vida no le asusta, puesto que para ella lo más importante es cómo enfoca el maquillaje respecto a su formación en Trabajo Social. «Aunque quiera, me es imposible separarlas», dice. «Mi experiencia dentro de la atención social la imprimo en el maquillaje de forma involuntaria».
Ejemplo de ello es su ofrecimiento a diferentes asociaciones. «La Asociación Española Contra el Cáncer en Huesca decidió solicitarme algún taller como un maquillaje terapéutico. Tiene mucho que ver con el trabajo social porque el enfoque que yo le doy no es que únicamente te vas a poner guapa». Para Elena, lo importante del maquillaje es que «podemos tener una herramienta o un recurso para que las mujeres, sea cual sea su situación, se sientan bien consigo mismas».
«Hay que escuchar a las personas e intentar que el maquillaje sea lo más personalizado posible», comenta. Por ello y, al trabajar con clientas desconocidas, intenta recabar toda la información que quieran aportarle, «para poder hacer un maquillaje en el que se reconozca a sí misma, se vea guapa y que, con mi trabajo, exprese lo que quiera expresar».
Aunque consciente de que el maquillaje está ligado a la imagen «de forma negativa desde la cultura machista y el patriarcado al leerse como únicamente una acción para agradar a los demás», está segura de que, como ella, existen «otras mujeres feministas que lo utilizamos como una herramienta para cuidarnos y vernos bien nosotras mismas». Y eso le da esperanza, ya que, para ella, «el feminismo es una actitud».