La remolacha, un cultivo predominante en la década de los 50 y 60, está experimentando un notable resurgimiento en los últimos años. Por primera vez, y junto a los técnicos de la empresa Azucarera, el Secadero de Cereales Santiago de Grañén ha dedicado a su cultivo una finca de 40 hectáreas, que está situada en las inmediaciones de la ciudad de Huesca y que ha cumplido con sus expectativas. La cosecha ha tenido lugar en los últimos días y en total, ha dejado una producción de más de 100 toneladas por hectárea.
A mediados del siglo pasado, la remolacha era esencial en la economía agrícola de la zona, con la fábrica azucarera de Monzón como principal destino de la producción. Sin embargo, el cierre de esta industria llevó al abandono progresivo del cultivo, que ha vuelto a recuperarse en los últimos años en comarcas como La Litera, Monegros y Somontano.
«Hemos apostado por su recuperación con el fin de explorar su rentabilidad y observar su idoneidad para la rotación de cultivos. Todo con el ánimo de adaptarnos a las demandas y oportunidades del mercado actual y además, poder disponer de información de primera mano que trasladar a nuestros agricultores», explica la ingeniera agrónoma de la SAT de Grañén, Ana Sanz.
La cosecha de la remolacha ha despertado una gran expectación, atrayendo a numerosos curiosos hasta la zona de acopio, por la singularidad del cultivo, que llevaba años sin verse, y por la singular maquinaria utilizada. Además, la finca está situada en una zona de paso, al ubicarse justo en una de las rotondas que da acceso a la ciudad de Huesca.
La producción obtenida ha sido trasladada hasta Tamarite de Litera y desde allí, a través del ferrocarril de mercancías, se lleva a la planta extractora, que está situada en Miranda de Ebro (Castilla y León), según detalla otro de los técnicos de la SAT de Grañén, Ángel Mainer.
El cultivo se siembra entre los meses de marzo y abril y se cosecha de noviembre a diciembre. La finca ha sido gestionada por el Secadero Santiago de Grañén, con el asesoramiento de los técnicos de la empresa Azucarera y la propia SAT.
La reintroducción de la remolacha permite diversificar la producción agrícola y además, es un nuevo recurso para revitalizar la economía local. Su resurgimiento también simboliza una reconexión con las raíces agrícolas de la zona. Por ejemplo, Grañén tuvo una estrecha relación con este cultivo, dedicando una importante superficie y trasladando su producción a través de la línea de ferrocarril a la planta de Monzón.