La Almolda desarrolló el pasado sábado, día 5 de octubre, una sesión de cuentacuentos muy especial. De hecho, se eligieron tres cuentos clásicos, que han pasado de generación en generación, y para narrarlos, se aprovecharon las diferentes estancias de la ‘Casa Miguelé’, una típica vivienda de los años 40 y 50, acondicionada como museo etnográfico, con el fin de mostrar los modos de vida y costumbres del siglo XX.
La actividad fue fruto de la colaboración entre la biblioteca municipal y el espacio expositivo. Y, precisamente, fueron sus responsables, Emilia Castillo y Pilar Labrador, respectivamente, las encargadas de narrar los tres cuentos elegidos: ‘Hansel y Gretel’, ‘Garbancito’ y ‘La Lechera’.
La iniciativa permitió acercar a los pequeños a los relatos que fascinaban a sus abuelos y bisabuelos, creando un vínculo entre el presente y el pasado. Y, además, hacerlo en un lugar diferente. De hecho, la sesión destacó por su enfoque inmersivo, adaptando cada cuento a una estancia de ‘Casa Miguelé’.
En la masadería, se narró el clásico ‘Hansel y Gretel’, aprovechando la ambientación para recrear el momento en que los protagonistas dejaban migas de pan para encontrar el camino de regreso a casa. ‘Garbancito’ se contó en la cocina, recordando la misión del pequeño de acercarse al mercado y comprar azafrán para el guiso de su madre; y por último, ‘La Lechera’ fue narrada en el cuarto de la ganadería, un entorno que evocaba los tiempos en los que la leche se ordeñaba a mano y que permitió a los niños imaginar la historia mientras observaban los elementos del espacio.
Además de la narración de cuentos, la jornada incluyó juegos y mímica. La actividad no solo buscaba entretener, sino también educar en valores como la solidaridad, el respeto y el esfuerzo, presentes en los cuentos tradicionales.
Al disfrutar de una gran acogida, las organizadoras van a proponer una segunda edición. Y es que, según explican, los pequeños se mostraron entusiasmados por aprender estos relatos que forman parte de la tradición oral, y la experiencia les permitió imaginar cómo sus antepasados escuchaban estas historias antes de las comidas o mientras ayudaban en las labores del hogar.