Casi dos mil personas disfrutaron ayer de la prodigiosa voz y la fuerza escénica de Malú en el concierto de clausura de la quinta edición del Festival Sonidos en la Naturaleza, SoNna Huesca, en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes de Sariñena. La madrileña congregó a cientos de fieles que tararearon sus éxitos y se entregaron al espectáculo ‘A todo sí-25 años de aprendiz’, que ha supuesto su vuelta a los escenarios. El recital ha servido para poner el broche final a una brillante edición del festival que organiza la Diputación Provincial de Huesca, que una vez más ha descubierto espacios y artistas desconocidos para el gran público en sus más de dos meses de programación recorriendo la geografía oscense.
La sobrina de Paco de Lucía y ahijada de Alejandro Sanz demostró ayer en el concierto de cierre del V SoNna Huesca las razones de sus 16 discos de platino en 25 años de carrera. Demostró que su voz no ha perdido un ápice y que mantiene una fuerza vital exuberante para recorrer una y mil veces una gran tarima. «Es aquí, en el escenario, donde me sé expresar; donde siento de verdad la pena y la alegría. Para mí volver al escenario es un sueño y os tengo que dar las gracias por ayudarme a cumplirlo», resumió en el primer tramo del recital María Lucía Sánchez, que por un momento no fue Malú.
Abrió el concierto con Aprendiz, la canción que la catapultó hace 25 años, e inició un viaje por toda su vida artística que el público tiende a confundir con su vida real. Las letras rabiosas, de desengaño amoroso, de frustración por lo perdido y añoranza de lo vivido en pareja son una constante en Malú y uno acaba teniéndole cariño por si es verdad que ha sufrido tanto. Enlazó ‘Como una flor’, ‘Duele’ y ‘Sin ti todo anda mal’, y los presentes empezaron a verlo todo en blanco y negro. Pero hizo un alto, subió las revoluciones y el tramo central del recital fue una verdadera fiesta.
Las que más la disfrutaron fueron el centenar de fans –la mayoría femeninas- que entraron corriendo a las 18.00 cuando se abrieron las puertas de la Cartuja de las Fuentes para poder estar en primera fila. Algunas llevaban haciendo cola desde primera hora de la mañana. Entre ellas, una pareja de chicas de Almería que llevaban acampadas tres días en los alrededores. Si el día anterior Xoel López había dicho que el público es el que termina o remata los conciertos, ayer se demostró. Malú ponía el micro hacia el público una y otra vez para dejarlo cantar, y puso los ingredientes que faltaban a lo que se cocía en el escenario. Un buen guiso con nueve músicos que no quisieron destacar y que le dejaron el protagonismo a ella, a la cocinera del desamor.
El último álbum de Malú, A todo sí, es un compendio de colaboraciones (Niña Pastori, Alejandro Sanz, Pablo Alborán, Vanesa Martín…) y para la gira ha tenido que adaptarlas o desnudarlas. Por eso, además de los temas de A todo sí, la artista incluyó canciones de toda su carrera: ‘Duele’ (1999), ‘Toda’ (2001), ‘Vuelvo a verte’ (2012), ‘Deshazte de mí’ (2013), ‘Contradicción’ (2018) y ‘Deshielo’ (2021) completaron la selección de grandes éxitos de A todo sí, la base de su gira.
El momento más esperado por los móviles y los brazos en alto fue el de ‘Blanco y Negro’ (también Ahora tú), donde no quedó nadie entre el público que no «regalara su amor y su vida» y donde se pudieron ver múltiples coreografías improvisadas para el «que no daría». Poco después llegó el instante flamenco de la noche, aderezado con trompeta y flauta travesera, que iba a servir para calentar el tramo final del concierto, que acabaría entre mentiras y desengaños, entre cuentos que han terminado y consecuencias que no se merecen. Como había empezado. Como un ciclón de melancolía y lamento.
Y una vez más, la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes de Sariñena, engalanada y pulida, fue el escenario perfecto para la tradicional clausura del SoNna Huesca, que celebra allí casi un festival aparte, dada la grandiosidad del entorno en medio de la llanura monegrina, y puesto que son los únicos conciertos de pago de su programa.
Con los frescos de Bayeu luciendo en la luz casi otoñal de este frío septiembre, la Cartuja de las Fuentes sirvió de nuevo de camerino y de zona de esparcimiento para los artistas y sus equipos. Xoel López el día anterior lo quiso saber todo. Indagó sobre Bayeu y admiró sus frescos. Al final, quiso hacerse una foto con toda la banda sacando la grandiosidad de uno de los conjuntos pictóricos barrocos más importantes de Aragón. Para su archivo.
El 2024 consagra al SoNna Huesca
El contundente concierto de Malú fue el último de los 27 espectáculos programados en el V Festival Sonidos en la Naturaleza, SoNna Huesca, de la Diputación Provincial de Huesca. Desde que Mercedes Peón inaugurara la presente edición el pasado 29 de junio en el Centro de Arte y Naturaleza de Huesca, el SoNna ha recorrido 25 municipios con otros tantos espectáculos de pequeño y mediano formato a lo largo de los fines de semana del verano.
El delegado de Cultura de la Diputación Provincial de Huesca, Carlos Samériz, espectador en muchos de los conciertos, resumía ayer en la Cartuja que esta edición del SoNna «pone de relieve la importancia que tiene para la provincia de Huesca la conjunción de la cultura y los espacios únicos. Poner en valor, gracias a nuestros técnicos, unas propuestas musicales de diferente índole (folk, electrócnica, pop) y unirlo con espacios, como digo, diferenciales y únicos, nos aporta mucho valor en aspectos turísticos y culturales».
En un primer balance, Sampériz hablaba con satisfacción: «Con este ciclo recorremos las diez comarcas de la provincia de Huesca con propuestas culturales que serían difíciles de encajar si no fuese gracias a este festival que dirige la Diputación Provincial de Huesca. Cerramos el ciclo en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes un espacio singular, una propuesta diferente que hace que todo brille más».
El certamen de la DPH, que ejerce de motor cultural y vertebrador del territorio, ha descubierto este año para el gran público escenarios como el poblado de Cardiel, en Fraga; la ermita de Nuestra Señora de la Ganza, en Calasanz; el Molino de Centenera, en Graus, las Bodegas Laus, en el Somontano; la Finca Valonga, en el Bajo Cinca; el Santuario de San Úrbez de Nocito, en Nueno; la Fuente de los Recuerdos de Fraella, en Grañén o el Museo Milano real-Cometa roja de Binaced, que este año se han unido a otros espacios ya visitados por el certamen en sus cuatro ediciones anteriores.
Casi un tercio de los artistas programados en el V SoNna Huesca procedían de más allá de nuestras fronteras. Desde el Mediterráneo llegaron Daniela Pess (Italia), Ana Lua Caiano (Portugal), Aïta mon amour (Marruecos) y Matthieu Saglio Quartet (Francia). Desde el otro lado del océano, Soema Montenegro (Argentina), Caribefunk (Colombia) y Anna Trea (Brasil). Y desde el Sahel africano, el Trío da Kali (Malí). Propuestas exquisitas y poco conocidas en nuestro país, salvo alguna excepción. Entre los artistas nacionales destacar la presencia de Mercedes Peón, Uxía, Javier Ruibal, Musgo, Ombligo, Clara Peya, Blanca Altable, Queralt Lahoz, Judit Neddermann o Ester Vallejo.
Para Begoña Puértolas, responsable del festival y técnico de la DPH, «ha sido un año muy redondo en cuanto a la programación, que ha sido muy equilibrada y atractiva, y que ha estado muy vinculada armónicamente con los espacios elegidos». En cuanto al público, Puértolas también hacía balance: «hemos tenido cerca de diez mil personas, aunque aumentar el público no es el objetivo. El SoNna Huesca es sobre todo un festival de formatos pequeños con 200 personas. En un tercio de las propuestas se ha completado el aforo previsto y solo ha habido la incidencia del concierto de Clara Peya, que se tuvo que suspender» (la primera suspensión en cinco años de festival en la naturaleza).
«Tenemos público de años anteriores», añadía, «pero se ha enganchado público más joven, que nos interesa mucho. Por eso se programan estos músicos jóvenes que trabajan la música de raíz o la tradición pero mezclándola con sonidos modernos, electrónicos o digitales, y que creo que están logrando enganchar a una nueva generación. De eso es quizás de lo que estamos más contentos», resumía. «Si tengo que citar algún concierto especial creo que es el de Queralt Lahoz en el Santuario de San Urbez. Tal y como nos dijo, ella y sus músicos lo recordarán toda la vida. Una música muy urbana en un entorno recóndito; muy bonito, pero muy lejano, al que vino gente de todas partes… A nosotros también se nos ha quedado grabado».