Pilar Puyal es una mujer inquieta y apasionada del crecimiento personal, una senda que comenzó como un viaje interno y que, con el tiempo, se convirtió en una herramienta para inspirar y ayudar a los demás. Almunientina de nacimiento, compagina su vida laboral como profesora de Turismo en Zaragoza con su misión de inspirar, educar y empoderar a las personas para que descubran su propósito a través de los diferentes talleres de risoterapia, arteterapia, oratoria y desarrollo de habilidades sociales que realiza.
«Siempre he sido una persona curiosa y reflexiva. En un momento dado, me di cuenta de que las herramientas que utilizaba para mí podían servir también para otros», explica. Así fue como Puyal decidió profundizar en su formación, especializándose en risoterapia, arteterapia y habilidades de oratoria. «Hablar en público siempre se me ha dado bien, pero me fascinaba explorar qué impacta realmente al comunicarnos, el lenguaje verbal y no verbal, la inseguridad, y cómo superarla. Son aspectos clave en los que me he formado», comenta.
Entre sus talleres prácticos, destacan los de desarrollo personal, risoterapia, arteterapia, oratoria, coaching o habilidades sociales, entre otros, tanto individuales como para grupos. Aunque trabaja mayoritariamente en Zaragoza y Huesca, también acerca sus conocimientos al medio rural. «En el medio rural no hay tanta variedad de actividades como en la ciudad y, con mis talleres, las personas pueden salir de su rutina y disfrutar de algo diferente, lo cual es muy necesario».
Aunque vive y trabaja en Zaragoza, Almuniente, su pueblo natal, sigue siendo su refugio. «En verano vivo allí, es donde me reúno con las personas que más quiero, mi familia, mis padres… Mi hijo también es un apasionado del pueblo», prosigue. Además, habla con cariño de cómo el medio rural aporta valores únicos. «Te conecta con lo más primitivo. Mi padre es agricultor, y conservar el legado de nuestros ancestros y sus rituales me parece esencial. Además, me enriquece ver cómo mi hijo también ha vivido esas experiencias».
Puyal asegura que crecer en un entorno rural ha influido profundamente en su filosofía de vida y en su enfoque profesional. «Tienes una identidad diferente si te has criado en un pueblo», explica. «Mantener el vínculo es maravilloso, te hace valorar cosas como la seguridad, la tranquilidad y la cercanía entre las personas», comenta.
Como terapeuta especializada en el desarrollo personal, defiende el impacto positivo que la risa tiene en la vida personal y profesional de las personas. «Reír beneficia, primero, a uno mismo, pero también crea un ambiente más agradable a nuestro alrededor», apunta. «En el trabajo, por ejemplo, cohesiona equipos, fomenta la creatividad, aumenta la motivación y mejora tanto la comunicación como el estado físico y emocional».
Para ella, la empatía es una habilidad social fundamental, ya que en ocasiones «tenemos tanto miedo a exponernos que no pensamos que las demás personas tienen igual de miedo o más que nosotros», asegura. «Hay grandes directivos que lo pasan fatal cuando tienen que dar un discurso, y esto es una habilidad que se puede mejorar, no todo el mundo la tiene innata». También destaca la asertividad, la capacidad de expresar nuestras ideas con seguridad, sin necesidad de que la otra persona comparta nuestra opinión.
Por ejemplo, cuando trabaja con grupos y, según su experiencia, el mayor miedo compartido es «hacer el ridículo» y, como indica, este temor a la exposición es, en muchos casos, un obstáculo para el crecimiento personal y profesional.
El último año ha sido especialmente gratificante para Puyal. Gracias a la difusión que ha logrado con su página web, asegura haber recibido oportunidades únicas. «Estoy muy agradecida por todo lo que me está pasando. Me siento feliz porque estoy recogiendo los frutos de años de formación y esfuerzo. Mi objetivo es seguir creciendo como persona inspiradora», apunta.
Como curiosidad, entre sus aprendizajes más profundos recuerda su encuentro con Eduardo Strauch, un superviviente del accidente aéreo en los Andes conocido como la “Sociedad de la Nieve”. «Eduardo me dio una lección de vida. Aprendió a amar la montaña que tanto odió y regresa cada año al lugar donde se estrelló el avión. Su historia es un ejemplo de resiliencia y superación que me inspira profundamente», concluye.