¿Cómo acaba un pastelero editando libros?
Montamos en el cafetín una exposición con postales de fotografías antiguas de Sariñena, por la que pasó mucha gente y comentaban historias, detalles, edificios desaparecidos… y ahí me di cuenta de que desconocíamos nuestra propia historia y me animé a difundirla. En 2003 me puse con el proyecto del libro y pasé dos años investigando en archivos, algo ajeno a mí, tanto en Aragón como en otros lugares de España. También fui recogiendo testimonios en Sariñena. Y al final llegó la parte de la distribución y me tuve que dar de alta como editor para facilitar el trabajo y que el libro viera la luz. De hecho, un detalle es que en Sariñena Antigua no aparece citada Sariñena Editorial, pero sí que está el logo de la quimera (una de las imágenes del crucero de la ermita de Santiago) que me gustó y adopté como protectora del proyecto. Y la presentación fue un éxito.
Su segundo libro, Alas Rojas, fue premiado como el Mejor Libro editado en Aragón en el año 2006, ¿qué supuso el galardón para el proyecto?
Continué investigando sobre el aeródromo Alas Rojas, dado que el tema ya había protagonizado un capítulo en el primer libro, y encontré mucho material e información en el Archivo del Aire, y decidí hacer la segunda publicación, que tiene la virtud de recoger las numerosas fotos que había dispersas por diferentes archivos.
Y con él llegó el premio, un espaldarazo, aunque el libro ya había tenido un gran impacto en el ámbito de la investigación aeronáutica en España. Era la primera vez que se daba, y el jurado lo presidía Rosa Regás, que entonces era directora de la Biblioteca Nacional de España. Nunca esperas un premio o reconocimiento y menos cuando eres un investigador aficionado y recién llegado. Pero recibí el apoyo de otros investigadores, como Manuel Benito o Jesús Inglada, que fueron muy generosos, y me gustó esa filosofía de ayudar y tener las puertas abiertas a otros, algo que he intentado mantener todo este tiempo y que es una parte muy bonita del proyecto, por toda la gente que conoces.
¿Qué ha aprendido de estos veinte años como editor independiente en un entorno rural como Los Monegros?
Sumergirme en el mundo de la investigación me ha servido también para conocer otros ambientes y entrar en contacto con otras personas, que han ido generando una red que ha aposentado la editorial.
Acompañar autores de la zona es otra de las partes bonitas del proyecto. Como autor, sé el trabajo que hay haciendo un libro, y el editor es sólo la parte final, y el que pone el dinero, pero el tiempo, las horas, el trabajo… son del autor.
Venir del sector empresarial también me ha ayudado con el proyecto, cuidando los números. Mi filosofía es no poner dinero. De los 40 libros publicados algunos han ido muy bien, muchos han ido bien, y unos pocos han ido más justos.
¿Qué le motiva a implicarse tanto en la vida de Sariñena?
Cuando el proyecto editorial está en marcha conozco gente y eso me lleva a implicarme en la vida cultural del pueblo, porque posibilita invitarles, dando lugar a la tertulia cultural, y la actividad sigue creciendo, con la organización de jornadas como el Día Orwell o Alredol, pitos y cascabillos (en torno al dance).
Hemos cambiado mucho. El mundo rural ha ido a menos en lo que a ambiente social y cultural se refiere. Tenemos en el territorio elementos de primer orden para ponerlos encima de la mesa y que repercutan en él, pero el envejecimiento de la población y la llegada de inmigración también influyen, y esa parte de preservar y difundir la historia y tradiciones resulta más importante hoy que hace 20 años.
De los cuarenta libros editados, ¿cuál ha sido el más especial o que más le ha marcado?
Sariñena Antigua como el primer libro, y porque está en todas las casas del pueblo. Es el que más repercusión ha tenido en mi entorno próximo. También Zaragoza Antigua me ha dado muchas alegrías: tres tomos y muy buenos momentos cada San Jorge en Zaragoza, cuando la gente se para y te cuenta historias. Y Alas Rojas, por el premio.
La apuesta por la fotografía y el gran formato fue valiente en su momento. ¿Qué le llevó a explorar este tipo de publicaciones?
El formato es potentísimo y lo he usado en numerosas ocasines: Sariñena Antigua, Zaragoza y Barcelona Antigua, Álbum de adioses, Sois Leyenda… Cuando estaba trabajando en Sariñena Antigua pensaba en qué forma darle al libro, y para mí es importante la parte fotográfica. Coincidió un viaje que hice a Bali y allí, mirando en librerías, vi un libro de viajes que me gustó y empecé a desarrollarlo a partir de ahí. No he encontrado otro formato que mejore la parte fotográfica de los proyectos. En Monegros tierra de color, por ejemplo, nos permitió hacer dobles páginas para fotografías.
¿Qué busca el lector que se acerca a Sariñena Editorial?
Historia, un tema muy concreto. Hay una parte de publicaciones dedicadas a la guerra, por el camino que abrió Alas Rojas. También una historia local y cercana, como Un castillo en la niebla, que es el único libro escrito en español sobre el castillo de Hartheim, en el complejo del campo de Mauthausen.
¿Sigue habiendo interés por las historias locales?
Poco, de hecho, pueden ser los libros menos vendidos. Pero la difusión del nombre de Sariñena ha sido muy satisfactoria para mí.
Mirando hacia adelante, ¿cuál cree que es el futuro del libro? ¿Y el de Sariñena Editorial?
La caída del sector ha reducido ventas y tiradas para las pequeñas editoriales y siempre he tenido claro que el día que no disfrutara haciendo libros dejaría de hacerlo. Nunca me planteé un ritmo de trabajo, ha habido años de una publicación y años de cuatro, pero me especialicé en historia y ensayo histórico porque me iban llegando manuscritos para publicar, así que mientras siga disfrutando, seguiré, porque van surgiendo nuevos proyectos. El reto de la pequeña editorial es cómo llega a conocer la gente lo que tú has hecho, porque se publica muchísimo en España.
Pida un deseo, ¿qué libro le haría ilusión editar?
Nunca me lo he planteado. Lo más cercano lo he ido cubriendo con lo publicado, pero sin pensar nunca en qué hay que hacer. Lo que he ido pensando o he ido haciendo, porque he sido independiente. Tal vez un libro sobre sariñenenses.