En Alcubierre había una Cofradía de San Caprasio que se componía de unos cuarenta feligreses, contando con el párroco. El 18 de octubre subían a la ermita del santo todos sus miembros, se celebraba una misa, una comida, un rosario y se hacía noche. Previamente, el ermitaño, que se llamaba Bonifacio, había ido subiendo agua con dos borricas hasta llenar tres tinajas y cuatro cargas de leña.
A la mañana siguiente, temprano, los cofrades bajaban a unos barrancos conocidos como “El Piaje” y recogían unas ramas con “alborzas” (madroños) para repartir entre la chiquillería que iba a esperarlos a su regreso al pueblo. La espera se realizaba en la Balsa Pina y allí los miembros de la cofradía, por lo general padres, tíos o abuelos de los muchachos, bajaban de sus monturas, sacaban de sus alforjas un trozo de pan y de chorizo para dar de merendar a los jovenzuelos y les regalaban el ramo de “alborzas” que con ilusión habían preparado.
El resto del camino de vuelta lo realizaban los cofrades a pie, formando una procesión y rezando hasta llegar a la iglesia, mientras que los niños se dirigían cada uno a su casa con su mula o con su macho.
En la cofradía había un prior que se cambiaba cada año y ese señor hacía de limosnero. Su misión consistía en recoger alimentos, pidiendo casa por casa del pueblo, o ayuda para comprar medicamentos, para algún vecino que estuviese en situación de necesidad, contando con la buena voluntad de las gentes dispuestas a colaborar. También era cometido del prior llevar la contabilidad de la cofradía y tenía que poner una caballería para el cura, con buen aparejo para que fuese bien cómodo. También le regalaba al mosén, de propina, un buen pollo criado en su casa.
Luis Bielsa Ramón (1905-1987), en sus notas, nos dice que el año en el que nació, la cosecha fue prácticamente nula y que el Ayuntamiento pidió una ayuda a la Diputación Provincial de Huesca con la cual también se construyó un frontón “que no había en toda la provincia una obra tan bien hecha, que venían a jugar a la pelota de muchas partes”.
Luis recuerda que había tres vaquerías que vendían muy buena leche; una “Vicera” que reunía trescientas cabras entre todas las casas del pueblo, que la llevaban dos pastores, y que se recogía “vizco” (muérdago) para ellas.
También había “como nada, en este pueblo, cien pares de caballerías mayores y cuarenta de burros, esos todos de labranza, cuarenta de “cabañeros” y veinte que los empleaban para “pitanceros” y para llevar los aperos de los mozos de jada, porque en cada casa de las pudientes había cuatro o cinco hombres que iban todos los días a arrancar piedras para “arrilletar” los ribazos o sacar fiemo de cubiertos y corrales”.
Cuenta que “antes de la Guerra Civil había dos talleres de herrería, dos de carpintería, tres talleres de sastre, molino de harinas, tres cafés, incluso una cuadrilla de artistas de la localidad, tres salones de baile con músicos del pueblo y muy buena amistad entre todos”.
Coplas de Luis Bielsa, dedicada a la romería de San Caprasio y otras al Santo.
A la ermita san Caprasio
Se sube de romería
ahora se sube con coches,
antes con caballerías.
Nos costaba tres horicas,
sudando mucho las mulas,
el camino era barranco
y la subida muy dura.
Ahora alargando un poco,
han hecho una carretera,
que sube por Catalán,
y por la Balsa las Piedras.
En la Balsa de Las Piedras,
han preparau un chalet,
entre PePe el de Ricardo
y el nieto del Miñoner.
Se sube por Valdelupo
y también por Puyfernando,
por la filada París
a la barrera el Camilo.
En la Barrera tenemos
la caseta del Bonico,
donde van a merendar
sus amigos los domingos.
En la orilla de la pista
han hecho una paridera,
para encerrar el ganado
en tiempo de primavera.
Ya marchamos por la pista,
por la plana Valmayor
en llegando a Encinacorva
hasta el corral del Posador.
Allí hay una balsa grande
donde abrevan los ganados,
y un trozo de tierra buena
que la cultiva el Susano.
Se va por el paco el Santo
a la plana del Pilón´
donde se dejan los coches
pa formar la procesión.
Lo primero es la misa
allí todos en unión
rezándole a San Caprasio
con muchisma devoción.
Sube gente de Farlete,
de Lanaja y Perdiguera,
allí todos en unión
le rezamos pa que llueva.
Cuando se sale de misa
ya da comienzo el folclore,
los unos con las parrillas
los otros con las sartenes.
En la ermita San Caprasio
hay tres cocinas muy grandes,
con tres tinajas con agua
y leña pa guisar carne.
En la cocina de arriba
hay un comedor muy grande,
comen músicos, el cura
y agregados del alcalde.
San Caprasio tú que estás
en punto tan elevado,
líbranos de pedregadas
a todos pueblos de al lado.
San Caprasio fue pastor
en las montañas de Guara
tiró el palo y fue a caer
encima de La Quemada.
Donde fue a caer el palo
quisieron formar ermita
para que fuera patrón
de nuestra iglesia bendita.
Una gracia sé que tienes
santo de mi devoción
que curas a los herniados
que nacen en Aragón.
San Caprasio está en un pico
más alto que Monte Oscuro
desde allí se ve El Pilar,
el Puente Piedra y El Burgo.
Una jota aragonesa
va volando en el espacio
pasando por El Pilar
va a parar a San Caprasio.
En la Ermita San Caprasio
hay una vidriera rota,
por allí suben al cielo
los fueros de nuestras jotas.
A San Caprasio glorioso
con esta jota le pido
que no haga cierzo helador
y cojamos mucho trigo.
Agradezco a la familia las notas que tan amablemente me han dejado, escritas por Luis Bielsa Ramón. Sirva este texto como un pequeño homenaje al ingenio de Luis para escribir coplas, con lo cual, revivimos tiempos pasados, no tan lejanos.
Alberto Lasheras Taira.
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