Enclavada entre los dos accidentes geográficos a los que debe su nombre, el barranco de San Juan y el río Flumen, la localidad fue la última población de colonización construida en Monegros, a finales de los años 60, siendo la pedanía con mayor población de Sariñena. Con un original trazado urbano en forma de abanico, representativa es su plaza ajardinada, que presenta los principales edificios elevados con respecto al nivel del suelo de sus calles, y sus casas de piedra, de una o dos plantas, que mantienen el aspecto armónico del conjunto arquitectónico.
Viva y dinámica, San Juan es el reflejo del carácter emprendedor de sus vecinos, capaces de organizar grandes pruebas deportivas, jornadas micológicas, astronómicas, varias asociaciones (deportivas, culturales, gastronómicas) o un belén artesanal dan muestra de sus variadas inquietudes. En su entorno encontramos el pantano, lugar de reunión para quien busca un lugar de ocio en el que relajarse, o quien quiere practicar algún deporte por sus alrededores.
La recientemente inaugurada escuela infantil, con varios niños inscritos, permite a la población mirar al futuro con optimismo, pero sin perder su espíritu reivindicativo, necesario motor de constante desarrollo y mejoras.