Nos encontramos en otoño y en cada estación, la naturaleza nos regala una serie de fenómenos y curiosidades dignos de observar, estudiar, fotografiar y disfrutar. En otoño, nuestro paisaje cambia de colores, recolectamos los frutos crecidos durante el verano e, incluso, percibimos modificaciones en nuestro ánimo.
Asimismo, si la pluviometría y temperatura es la adecuada, los micelios de los hongos inician su trabajo en nuestros bosques, jardines o campos generando un equilibrio en la naturaleza y a su vez creando auténticas obras arte. En Los Monegros, como en otras tantas cosas, tenemos un rico patrimonio natural que a veces puede sorprendernos a nosotros mismos y en esta ocasión, es nuestra riqueza micológica. Y eso que en nuestra comarca tenemos un clima hostil para el desarrollo de los hongos y las setas, especialmente por la baja pluviometría y la frecuencia del viento, dos de los principales enemigos de la micología.
No obstante, aún así, hay una importante riqueza micológica, ya que es sorprendente la variedad de especies que podemos encontrar en nuestro territorio. Aquí siempre hemos tenido el concepto de que las setas más bien es cosa de otros territorios, de la montaña, por ejemplo, y que por aquí, solo aparecen unas pocas especies como la seta de Cardo (Pleurotus Eringii) o seta de Chopo (Agrocybe Aegerica). No existe cultura micológica y en cierta medida, es compresible, ya que, como hemos comentado anteriormente, el clima es el que es y por lo tanto, nos encontramos con años poco propicios para la floración debido a la falta de lluvia y la abundancia de cierzo. Ahora bien, eso no significa que en Los Monegros no exista una riqueza medioambiental y micológica digna de valorar e, incluso, de divulgar y proteger.
A largo de unos 15 años, con la ayuda de unos compañeros micólogos, he recogido datos de las setas de nuestra comarca. En 2001, a través de una jornada realizada en San Juan del Flumen, pudimos recolectar 32 especies diferentes. A partir de allí, fuimos incorporando muchas otras y en la actualidad, la cifra ronda las 120. Y cada años vamos sumando nuevas referencias o especies.
Una de las preguntas que me hacen con más frecuencia es: ¿Sirven todas para comer? Evidentemente, no. Pero sí que todas ellas cumplen en la naturaleza una función o varias esenciales; hasta tal punto, que nuestro planeta no sería como es sin la función de estos seres. En Los Monegros, hay varias especies comestibles, pero también las hay muy TÓXICAS. Lo escribo con mayúscula con el fin de lanzar una advertencia a todas aquellas personas a las que les gusta salir al campo a por setas. Y es que siempre debemos tomar una serie de precauciones, bastante sencillas, pero imprescindibles con el objetivo de evitar accidentes, ya que todos los otoños oímos noticias de personas hospitalizadas por ingestión de setas venenosas.
También quiero resaltar que tenemos algunas especies muy poco comunes, no solo en la Península Ibérica sino en el conjunto de Europa. Así, como ejemplo, cita la denominada Lyphyllum Hypoxanthum, que solo ha sido datada en 5 puntos de Europa, entre ellos, Los Monegros. Aquí llevamos cotejándola varios años mientras que en el resto de ubicaciones aparece un año y luego, desaparece un tiempo hasta que vuelve a aflorar.
Por último, quiero resaltar una serie de premisas que debe recordar antes de salir al monte a por setas:
1. Con cesta (nunca bolsas de plástico) y navaja. Pues la cesta va servir para que las esporas de las setas recogidas vuelvan a caer en la tierra a través de agujeros y la navaja para dejar la parte del hongo que no vamos a aprovechar que también contiene esporas. De esta forma, contribuimos a la siembra de dichas esporas para que en próximas temporadas podamos recolectar más setas.
2. Llevar ropa de abrigo con chubasquero y buen calzado para evitar coger frio y humedad.
3. Iremos provistos de móvil bien cargado y si es posible, de una brújula o Gps así como de un silbato, especialmente cuando vayamos a zonas desconocidas.
4. Siempre diremos a qué zona o monte vamos a desplazarnos y de poder ser, iremos acompañados. En caso de perderse, uno debe mantener la calma y moverse lo menos posible. Y en caso extremo hacer una llamada de emergencia, si es posible, pues en zonas alejadas de las ciudades la cobertura es pobre o nula.
5. Solo coger las setas que conocemos y ante las dudas, dejarlas en el monte. Podemos ayudarnos de guías e incluso aplicaciones de móvil que nos dan la posibilidad de reconocerlas. Pero esto siempre con mucho cuidado que también nos pueden dar datos erróneos. No utilizar rastrillos o utensilios semejantes, ya que, además de exponernos a una sanción, vamos a estropear nuestro monte y nuestro setero. Al llegar a casa, volver a revisar las setas una a una, pues siempre se nos puede pasar alguna o nos hemos podido confundir o que las condiciones climatológicas, sobre todo la lluvia y el viento, hayan podido darle tonos distintos de color y consistencia al que estamos acostumbrados.
Salir al monte es muy bonito y hacerlo de forma correcta, nos permitirá disfrutar mucha más.
JESUS FANTOVA PUYALTO