Beatriz Sánchez, natural de Tardienta, acaba de convertirse en emprendedora y abrir las puertas de su propio negocio. Aunque era una idea que siempre le había rondado por la cabeza, ha acabado materializado su deseo en un tiempo récord, con el fin de aprovechar la oportunidad generada por el cierre del último obrador local y con el deseo de evitar que su localidad se quedara sin servicio.
‘La panadería de Bea’ abrió sus puertas el pasado miércoles, ocupando un local que sirvió como carnicería y que está situado en una zona de paso, muy cerca de la Harinera de Tardienta, que desde su origen ha abastecido a un gran número de obradores de pan de todo Aragón. Ahora, el municipio se ha quedado sin uno propio, pero, al menos, conserva el servicio gracias al empuje de esta emprendedora.
Su negocio funcionará como despacho de pan y repostería, sirviendo los productos que se elaboran en una empresa muy conocida en la zona, Panadería Ignacio Monesma e Hijos, que cuenta con más de 50 años de historia y que está situada en la cercana localidad de Almuniente.
«Ha sido todo muy rápido. Nos enteramos tarde del cierre del negocio anterior y hemos tenido poco tiempo para prepararnos; pero estoy contenta e ilusionada», ha explicado Sánchez. No ha dado continuidad al obrador, pero ha montado un despacho de
La monegrina no ha dado continuidad al obrador y por lo tanto, Tardienta deja de disponer de pan elaborado en la propia localidad. Pero conserva el servicio, gracias al despacho que ha puesto en marcha esta emprendedora y que se sitúa casi enfrente de la harinera local, que, como lleva haciendo desde su origen, abastece a numerosos obradores aragoneses.
Aunque aún debe coger destreza con las pinzas y memorizar los precios, Beatriz Sánchez cuenta con el aval de varios años trabajando de cara al público. De hecho, fue dependienta de una zapatería y después, de una fontanería. Desde hace más de siete años, trabajaba como auxiliar en la residencia municipal de Tardienta.
«Ha sido todo muy rápido. Nos enteramos tarde del cierre del negocio anterior y hemos tenido poco tiempo para prepararnos; pero estoy contenta e ilusionada», señala Sánchez, que, además de cumplir un sueño, asumió el reto con un claro objetivo: «No dejar al pueblo sin un servicio esencial».
En su primer día, la monegrina contó con el respaldo de numerosos vecinos, que acudieron a adquirir los productos que llenaban sus estanterías y vitrinas. Además de diferentes tipos de pan, puso a la venta tortas, bollos, cruasanes, brevas, magdalenas o pasteles de manzana.
Los clientes aplaudieron su apuesta y valentía, ya que su apertura ofrece un servicio esencial y contribuye a dar vida al pueblo. «Hay que acudir y comprar; hubiera sido una pena quedarnos sin este servicio», señaló Pilar Arilla, que estuvo entre las muchas vecinas y vecinos que apoyaron su apertura.