Sus 23 años de experiencia laboral y su implicación con las familias, hacen que todos la conozcan en Sariñena. Allí es la enfermera de pediatría. Su profesión es más que una parte de su vida, es una forma de ser y estar, de la que le resulta imposible desligarse. «Nunca me ha molestado la etiqueta», explica Teresa Paraled, que trabaja y vive dónde siempre anheló, rodeada de caras conocidas, junto a amigos y familiares.
La pandemia ha golpeado con dureza los cimientos de la Atención Primaria, la más sobrecargada y expuesta durante la séptima ola. Los últimos episodios han requerido de más trabajo social que sanitario, explica esta enfermera, que vive con vocación su profesión. Para abordarlo, Paraled ha contado con un arma eficaz: el conocimiento de la realidad de cada familia.
«Mi misión ha sido siempre la misma, es decir, acompañar a los padres en el proceso vital de la infancia del niño. Y es lo que he seguido haciendo durante esta séptima ola, que ha tenido una mayor afección sobre la infancia. Por suerte, al no generar una patología grave, he podido centrarme en el aspecto social, balanceando riesgos y beneficios, casi a nivel particular, viendo cuál era la mejor forma de sobrellevar la situación en cada hogar. A un niño no se le debe aislar como a un adulto. Los menores necesitan de mucho contacto físico», explica.
A esta séptima ola, que ya da sus últimos coletazos, confiesa que llegó con las fuerzas justas. De hecho, su propio contagio le dio un necesario respiro durante el pasado mes de enero. «Me ayudó a parar y tomar aire, después de casi dos años muy duros», apunta. Para describir este periodo, como buena deportista, utiliza el siguiente símil: «es como si te obligan a hacer un triatlón y cuando vas a llegar a la meta, después de superar los tramos de natación, bicicleta y carrera a pie, te vuelven a meter al agua». «Así me he sentido todo este tiempo», señala, refiriéndose a la necesidad de volver a empezar con cada repunte cuando ya parecía que la situación estaba controlada.
En Sariñena, su localidad natal, los momentos más duros se vivieron en los compases iniciales de la pandemia, con el brote de covid-19 registrado entre los internos de la residencia municipal de mayores y la afección sobre otros vecinos del municipio. «Fue muy duro», reconoce, por la gravedad de la enfermedad y por la falta de información. «No sabíamos muy bien a qué nos enfrentábamos», indica. Allí, como en tantas ocasiones, volvió a demostrarse la solidaridad inherente al mundo rural. Las mujeres se movilizaron para elaborar material de protección para los sanitarios, «sin contar costes ni horas de trabajo», señala. «Tuvimos más suerte que los compañeros de grandes ciudades», añade Paraled, agradecida por el apoyo recibido.
La ola de solidaridad fue enorme en Sariñena. La población mantuvo continuos gestos con sanitarios, residentes y trabajadoras y en general, con cada uno de sus vecinos, «especialmente las mujeres, siempre dispuestas a echar una mano y ayudar en cualquier iniciativa». «Volvieron a demostrar que son el gran motor de la vida en los pueblos», subraya.
Dos años después del inicio de la pandemia, Paraled se muestra preocupada por sus consecuencias a nivel humano y sanitario. «El tiempo nos dirá el daño que nos ha hecho esta pandemia, pero o tomamos medidas pronto o serán secuelas importantes. Primero, ciertamente, hizo un daño sanitario, porque muchas personas, especialmente mayores enfermaron y murieron, pero luego lo que ha dejado muy tocado es la función vital de relación del ser humano. Ha cambiado nuestra forma de relacionarnos. No hay una relación normal entre diferentes generaciones, entre abuelos y nietos, algo muy presente en el medio rural. Ahora, hay que ir a verlos con mascarilla, no te puedes abrazar o besar, hay que guardar las distancias… A los mayores, se les ha generado un sentimiento de miedo cuando han vivido toda una vida repleta de riesgos y vicisitudes. Y los niños han asimilado una forma de relación muy diferente», lamenta. También quiere romper una lanza «a favor de los jóvenes, que, una vez vacunados, dijeron basta, volviendo a relacionarse entre ellos», subraya.
Paraled también cree que la pandemia ha dejado tocado al sistema sanitario y en particular, a la Atención Primaria. «Hemos ido a salto de mata. Hemos echado de menos un mayor apoyo y coordinación. Necesitamos un plan de ruta. Abandonar la medicina de guerra y retomar la senda de la atención integral. Nos hemos dejado atrás el tratamiento de las enfermedades crónicas o la prevención, que están entre nuestras principales funciones», explica, insistiendo en la necesidad de tomar ya medidas.
Teresa Paraled es una mujer rural convencida. «Me encanta vivir aquí. La calidad de vida es mayor, salir a la calle y conocer a la gente, saludar y charlar, la tranquilidad y el contacto con la naturaleza», explica. «Normalmente, vas a golpe de reloj, especialmente si tienes hijos, pero es un ritmo diferente, menos estresante que el que marca el paso en la ciudad», afirma. En su caso, cuando sus hijos eran pequeños, «he tenido todo en 500 metros a la redonda, el colegio y el instituto, mi puesto de trabajo, mi casa y mis padres, que han sido imprescindibles para poder conciliar», dice. Pero, tal y como reconoce, la situación no es la misma para otras familias. En su opinión, faltan recursos para la conciliación y oportunidades laborales para la mujer. «Los puestos de trabajo dirigidos a este sector y en especial, a las mejor formadas son limitados. A menos población, menos servicios y por lo tanto, menos empleos cualificados; hay que invertir la tendencia», subraya.
También asegura que el actual modo de vida limita las opciones del medio rural. «En la actualidad, cuesta mucho tener una estabilidad laboral y económica, lo que complica el asentamiento de las familias y retrasa la edad de maternidad. Y si alcanzas ese estado fuera de tu localidad de origen después es complicado que regreses», apunta.
Para ella, lo ideal es salir fuera y formarse, conocer otras realidades que te enriquezcan como profesional y como persona, y después, volver con ese bagaje a tu pueblo, donde empiezan a aparecer más oportunidades gracias a la tecnificación del campo o a la puesta en marcha de nuevas servicios, aunque, tal y como insiste, las opciones todavía son limitadas en determinados sectores, quedándote la única vía del emprendimiento. «La mujer es la que asienta población y por lo tanto, lo lógico es destinar a ellas el mayor número de recursos y ayudas», añade.
De familia agricultora, Teresa Paraled, que tiene tres hijos, ha estado siempre ligada al mundo de la promoción del deporte, con su implicación en campamentos u otras actividades de ocio y tiempo libre. De hecho, hubo un tiempo en el que dudó entre estudiar enfermería o Inef. En la actualidad, sigue vinculada con este ambiente, siendo una parte fundamental del Club Natación Sariñena.