Pocos pueblos pueden presumir de conocer el momento exacto de su origen, como Villanueva de Sijena. En 1183, cuando la reina doña Sancha ordena levantar un monasterio a orillas del río Alcanadre, hay que trasladar a los habitantes de los pueblos que allí se encontraban: Sixena y Urgellet, que juntos sumaban algo más de 400 vecinos. Así, sus habitantes serán reubicados juntos en un nuevo emplazamiento, en una parte más alta del terreno, dando origen a la Villa Nueva de Sixena.
De calles rectas y más anchas que otros tramados urbanos de origen medieval, la disposición del casco urbano es de época moderna, e incluye un conjunto notable de casas destacadas, con arcos de piedra y medio punto, que nos hablan de sus familias: Casa Calvo, Casa Chesa, Casa Laniesa, Casa Plácido, etc. Alguna, incluso, muestra con orgullo rejas propias del monasterio en sus balconadas.
Dos plazas consecutivas albergan lo mejor del pueblo: por un lado, la iglesia de Santo Domingo, construida en sillarejo, cuyo campanario recuerda a otros en la comarca (como los de Huerto y Sena). Ante ella, Miguel Servet, en una de sus estatuas más conocidas, por ser una réplica de la que se encuentra en la fachada del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Tras el Ayuntamiento, otra plaza nos lleva a la casa natal del personaje. Y en torno a ambos espacios, los más lamineros encontrarán los farinosos, magdalenas y tortas de sus dos panaderías de hornos tradicionales, una de ellas centenaria.
Cerca de la localidad, y frente al monasterio, se erige la ermita de San Blas, del siglo XVIII y con ábside poligonal, que contrasta con otras muchas ermitas de la zona, románicas y con reminiscencias templarias.
Ambas construcciones marcan el calendario festivo de Villanueva, cuyas fiestas mayores son en agosto, en honor de Santo Domingo de Guzmán y San Salvador, y en febrero, por San Blas y Santa Águeda, cuando los vecinos acuden a la ermita en busca de aceite bendecido para proteger sus gargantas durante el resto del año.
Por las mismas fechas se celebra carnaval, el más pintoresco de Los Monegros, en el que los monigotes de Barbuchana y Matapanizos son paseados y quemados en un ritual que marca el final del invierno y el poder de la luz.
Territorio Sijena, el valor de la suma
La influencia histórica y cultural del monasterio sobre las localidades de su entorno y señorío llevó a algunas de ellas a unirse bajo la marca turística “Territorio Sijena”. Villanueva de Sijena, Sena, Castelflorite y Ontiñena, unidos por un paisaje natural y cultural común: Sijena Cultural y Sijena Deporte y Naturaleza.
Gracias a una página web (www.sijena.com), el usuario puede conocer los principales atractivos de las localidades y organizar de forma sencilla un paquete turístico a medida. También se pueden reservar las visitas al monasterio, así como al resto de museos (Casa de Miguel Servet, Museo de Oficios Antiguos de Sena) e, incluso, a la galería de arte de Josephine Monter o al castillo de Castelflorite, mejorando así su experiencia.
También se pueden conocer las actividades organizadas en la zona (recreaciones, mercados, pruebas deportivas,…) o, directamente, aprovechar para organizar una ruta de BTT o senderismo por la sierra de Sijena, el monte de Sena o el Saso de Castelflorite, entre otros, incluyendo el servicio de alquiler de bicis eléctricas.